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Gregorio se prepara como siempre, con rigurosidad de ritual su ingreso a los dominios de Morfeo, cierra todo se baña y entra a su alcoba solo con su bata blanca de baño; la cual se quita y queda completamente desnudo como lo había hecho interminables veces antes, pero esta vez sintió algo extraño; que nunca antes había sentido.

Era una sensación de adormecimiento en la nuca y que bajaba por la espina dorsal, y tan intenso que lo hizo trastabillar; cayendo sobre sus rodillas y su mano derecha, mientras con la izquierda se tocaba la nuca, y al estar desnudo parecía una estatua griega de mármol en una pose trágica.

El mareo hizo cerrar sus ojos, ante lo cual se vio recordando su niñez; ese dolor le era familiar: lo sintió en la muerte de su madre y padre en aquel fatal accidente de alpinismo, y en su adolescencia, con la muerte de su último familiar conocido, su abuelo un gran marinero, que le contaba fascinantes historias de sus viajes.

Cuando joven murieron sus compañeros en aquel fatal accidente y por ultimo, el abandono por parte de su novia al entregarse a las extrañas costumbres de las cuales hoy es parte de su rutina, y concluyo que era el dolor de la soledad. Tal vez sugestionado, porque esa tarde peleo con su único amigo y le dijo que era la última vez que lo quería ver; y por su actitud Héctor su mejor y más leal, a parte de único amigo tenia toda la intención de respetar.

De repente, todos esos recuerdos se mezclaron en una sola visión irreconocible, y con un temor de incertidumbre Gregorio se decidió a abrir sus ojos; tuvo una sensación de que ese no era el lugar donde había cerrado los ojos.

Rápidamente recogió su bata de baño blanco y se dirigió a su estudio, un gran salón con una extensa biblioteca de pared a pared y las mas finos muebles de madera con un escritorio con minibar y atrás de este un gran ventanal de diseño en rosas de lis y en la parte de arriba un retrato de su abuelo viendo ampliamente la biblioteca que fue siempre su mas grande orgullo.

Saco una gran botella de brandy y sin pausa pero con la mayor parcimonia fue bebiendo el licor y decía – por Héctor el ultimo amigo que me queda – y llenando de nuevo la copa exclamo – al diablo con el y con todos e vivido solo y solo moriré- bebió violentamente y lanzo la copa de cristal al ardiente fuego de la chimenea y fue bebiendo copa tras copa su dolor, disfrazado de un excelente brandy. Parecía que hubiera bebido por un par de dias con breves descansos para dormir, con ese sentimiento en la nuca mucho mas atenuado pero todavía hay; y las maldiciones acompañadas de largos sorbos de ese interminable brandy.

Como sombras de fantasmas aparecían los recuerdos en la habitación, el lugar en que cada una ocupaba en un pasado no tan distante; Héctor vestido con una leva negra a rayas blanca y el pantalón de mismo diseño y del mejor material, estaba sentado en uno de los sillones de madera con forro rojo que se encontraban en el centro de la habitación inquieto y nervioso como era costumbre los últimos meses, en los que las deudas eran parte importante de sus conversaciones y cada ves que tocaba el tema; Gregorio evitaba la conversación, pero hoy fue inevitable Héctor imploro que lo recibiera y así lo hizo Gregorio, a las 6:45 p.m.; pero con apuro ya que se disponía a tomar el baño de las 7 y no podía ser ni un minuto después.

Cuando Gregorio entro con su bata blanca de baño, Héctor inmediatamente y sin vacilación abordo vociferando a viva voz; -te tengo el negocio del siglo nos forraremos en plata y nunca mas pasaremos penurias- esto ultimo le pareció que lo decía mas por si mismo, que por alguien mas; ya que las acciones de las compañías de padres de Gregorio le daba para vivir.

El hombre con su bata blanca de baño dijo no estar interesado ya que tenia lo suficiente; -además tengo que bañarme y se me hace tarde- le comente en tono un poco crispado; y Héctor sin mas preámbulos soltó su ultimo recurso; - préstame entonces los recursos y te prometo que te los devolveré con interese, pero ese negocio no puedo perderlo -insistió con una cara de desquiciado, que no hizo mas que turbar mas a su amigo ya que el reloj de la biblioteca le indicaba que faltaban 8 minutos para su baño.

Su rostro de pronto se proyecto fantasmagórico y con una jadeante voz dijo -yo lo he dejado todo por ti; mis amistades, mis contactos, y hasta mis inversiones mas lucrativas por cumplir tus caprichos, ahora que estoy en mala situación y necesito el dinero para levantar unos negocios no me lo pretendes prestar como te atreves a llamarte amigo-, termino diciendo estas palabras con su ojos desorbitados de la rabia.

Gregorio con una voz mas apurada que agresiva le respondió; -lo que pasa es que tu amistad no es por dinero y si te lo presto todo cambiara y tal vez nuestra amistad se deteriore; deja pasar un tiempo y veras que te va mejor-, y esbozo en su rostro una clara sonrisa fingida.

Héctor con voz colérica y casi como un desquiciado con sus ojos fuera de sus orbitas y su ropa desaliñada vocifero su sentencia –si me daré todo el tiempo del mundo y jamás, óyelo bien ¡jamás! volveré; puesto que por ti casi lo e perdido todo y tu no me quieres ayudar; a lo que Gregorio respondió -¡hay esta la puerta de salida!- señalando la puerta doble con un dintel con la estatua de atenea y Niké en la mano de esta.

–Sale y no regreses si no lo deseas-; grito Gregorio un poco fuera de si y algo molesto. Héctor salio como un toro y alzo la mirada a la estatua como envidioso de atenea por que el quisiera tener a la victoria entre sus manos como la diosa, luego azoto la puerta. De repente las sombras de ese pasado reciente se esfuman y volvió al tiempo actual.

Su soledad se aceleraba con cada segundo que pasaba y ese sentimiento de necesidad de comunicarse que nunca antes había existido, en el afloro de pronto con toda la fuerza de una inundación, - ¡a nunca e necesitado a nadie por que ahora este sentimiento de soledad!- y tocándose la nuca sintió esa extraña sensación –tal vez esta extraña sensación sea el que me hace sentirme así; no lo se bien; pero me sobrepondré como siempre- dijo en un tono algo altanero y arrogante.

De repente sin saber como cayo en un sueño fugaz en donde se veía tendido en el piso de la gran habitación que era su estudio, su ser desnudo estaba como tirado como un niño exhausto de nadar desnudo todo el día en el río y rodeado por un prominente charco de sangre.

La policía investigando todo para ver que había pasado y buscando algún indicio, y la estatua de atenea parada en el dintel pero ya no estaba la victoria en su mano había desaparecido. Luego una luz segadora hizo cerrara los ojos a Gregorio, lentamente al abrirlos vi una explanada verde que se curveada hacia arriba como si estuviera en la base de una pequeña loma, era un lugar diferente; también vio en lo alto de este montículo unos hombres entorno ha algo.

Mientras caminaba hacia el encuentro con ellos vio en el piso recuadros de mármol con: nombre, fechas, fotos e imágenes religiosas; de repente un golpe en el pecho que venia desde adentro casi lo tira al suelo, fue la revelación tan abrumadoramente perturbadora, -es un cementerio y posiblemente en la cumbre este mi tumba-; dijo en sus pensamiento mientras aceleraba el paso y se dirigía a la tumba.

Mas al acercarse no reconoció a nadie y se extraño –tal ves son los de los de la funeraria que se dignaron en hacer un acto de misericordia ya que nadie vendría a mi funeral- se dijo para sus adentros y le dolió en el alma que su único amigo Héctor no estuviera en ese grupo de hombres, pues si bien su pelea fue grande, en la muerte todo se olvida. De repente vio a una mujer llorando desconsoladamente acercarse y la reconoció era la enamorada de Héctor; tal ves Héctor estuviera por aquí; pero ella se acerco a la tumba mientras los otros hambres acusaban al difunto de asesino y deudor.

De un solo golpe supo que no podía ser el, jamás mato a nadie y como era ermitaño que posibilidades tenia; además su compañía podía costear cualquier deuda, y creyó que en la tumba tal vez era el nombre de Héctor y no el suyo el que estaba inscrito. Sintió que tal vez por su culpa; culpa por no haberle prestado ayuda, tal ves de ser así el hubiera cometido una locura; y de repente todos voltearon y dijeron -ese es a quien intento asesinar- y voltearon a ver a Gregorio parado en la tumba.

Un gran susto lo despertó, a su lado en el otro mueble extrañamente estaba Héctor dormido. De repente al despertar este grito pues no sabia como había llegado donde Gregorio, se miraron un largo rato.

Héctor era el más asustado, pues era como si al ver ha Gregorio estuviera viendo un fantasma; de repente apareció por la puerta del dormitorio de Gregorio una imagen que turbo a los dos.

El capitán Modesto, su abuelo se acerco y los saludo; de repente Héctor y Gregorio no eran los mismos, eran apenas unos niños de no más de 10 años y su temor, se transformo en una avidez por escuchar una de las tantas historias que sabia el capitán, y que tanto les gustaba oír.

-Hace mucho tiempo en el lejano oriente- comenzó el relato el abuelo con una voz ceremonial.

Existía un sultán muy especial su nombre era Malik Al Raslan era un sultán muy excéntrico y el pueblo le obedecía, pero no confiaban en el y planeaban un complot para matarlo; pero como hacerlo si nadie podía estar frente a su presencia.

Nadie excepto su único amigo Salin Pakar, un hombre leal, pero con un problema de apuestas; y sus grandes deudas lo condenaban a una vida de constantes agitaciones. El siempre trato de mantener alejado al sultán de su problemas, aunque su amistad con el ocasiono que ya nadie le prestara dinero, pues nadie quería al sultán ni a sus amigos; y al final tuvo que acudir al sultán como su única esperanza, pero este solo le respondió con una sarta de excusas y lo despidió.

Salin se marcho pero antes redijo que esas seria la ultima vez que lo vería, quizás presentía que a la salida del castillo lo esperaban dos matones con sus filosas espadas, y así al llegar a dicho lugar los matones le propusieron que matara al sultán y sus deudas eran perdonadas o se rehusaba y las pagaba con su vida; este acepto el trato y los matones le dieron un dardo envenenado y el antídoto por si sucedía algún accidente.

Salin entro al castillo y sin ser visto entro a la habitación de Malik y al verlo de espaldas lanzo su dardo- de repente el capitán hizo un gran silencio y los niños se acercaron en silencio al borde del asiento esperando a que el capitán continuara con su relato, y así fue; el capitán continuo con su relato después de esa pausa, útil estrategia para causar expectativa.

-El dardo se clavo directo en el cuello y Malik cayo al suelo de inmediato ya que era un potente veneno; Salin salio corriendo, pero sintió que dejo su honor tirado junto con su amigo Malik; de repente se detuvo al ver como una pequeña figura daba tumbos en medio de una calle; el ser estaba a punto de ser aplastado por una caravana. Entonces Salin salto al medio de la calle y empujo al pequeño ser, alejándolo de la caravana; que termino por aplastar a Salin dejándolo casi muerto- se hizo un silencia sepulcral en aquella biblioteca, los niños se miraba y miraban al abuelo, buscando indicios de como continuaba la historia.

Entonces el capitán continuo con el relato con una voz un poco misteriosa; -de repente se encontró en la habitación de Malik y el pequeño ser se rebelo como un jinn de fuego; un hermoso ser que parecía un niño y en gratitud le concedió un deseo el que le pidiera.

Sin pensar Salin pidió salvar a Malik, pero el jinn que es una criatura reblada y traviesa, conocida por no seguir las reglas; quería salvar también a su salvador he hizo que Malik escuchara todo lo que Salín había hecho y lo arrepentido que se encontraba, con la esperanza de conmover a Marik y este le prestara no solo dinero; sino el apoyo que Salin necesitaba para dejar ese vicio del juego.

El jinn salvo a Salin, este salio corriendo al dormitorio del Sultán y le dio el antídoto; pero este al recuperarse mando a decapitar a Salin y se volvió terrible con el pueblo, fue un tirano. Las criaturas mágicas condenaron al destierro al jinn por no haber cumplido a cabalidad el deseo pedido y causar sufrimiento a la gente.

Los niños miraron atónitos al capitán y cuando se disponían a hablar, su abuelo prosiguió con el relato que se pensaba terminado, - el jinn vago por muchos lugares y paso el tiempo, este creció y se divertía bebiendo en bares con los mortales.

Su condena fue que seguiría su vida sobrenatural y podría utilizar magia para obtener comida pero no concedería deseos; eso era terrible ya que los jinn mas que todo los buenos y hermosos eran felices cumpliendo deseos. Además gozaba al hacer travesuras entre deseo y deseo. Y solo se levantaría la prohibición si el podía enmendar su error del pasado; y solo le estaba permitido cumplir el deseo de alguien que lo salvara de un peligro real.

Un día, un joven marinero salvo a este jinn de morir aplastado por un coche este solo pidió a cambio que no permitiera que su descendencia desapareciera y que todos tenga parte de su espíritu aventurero - de repente la voz del capitán cambio se volvió sobrenatural con una reverberación como de una cueva; -¡y aquí estoy para cumplir ese deseo!- grito con esa voz reverberante y su aspecto cambio parecía un antigua príncipe árabe con ropas elegantes y finas, sus ojos tenían el brillo del fuego y en su cara una sonrisa burlona que desentonaba con su apariencia de príncipe.

-Las viejas mañas no se olvidan- dijo el jinn, - y tampoco las creencias creo en la amistad- dijo el jinn con voz un tanto melancólica; - y si Malik no pude ver en Salin el arrepentimiento tal vez tu si Gregorio; de repente el jinn se volvía de fuego y grito a viva voz -¡lo he cumplido capitán salve su descendencia- luego se fue apagándose como una vela no sin antes susurrar- lo he salvado no solo de la muerte sino el si mismo tal como hiciste conmigo, ahora tendrá ese espíritu de aventura que tanto se negó reconocer en el- y finalmente desapareció; de repente todo se inundo con una luz cegadora parecida a la del sueño de Gregorio

Gregorio se despertó en una cama de hospital con la cabeza vendada -¿pero como me encontraron?- quiso saber Gregorio.

-¡su amigo!- contesto la enfermera –salvo a un niño de morir atropellado lo empujo a un lado de la calle, pero el carro golpeo de lleno a su amigo, cuando lo estaban ayudando, el pedía ha viva voz que lo vallan a buscarlo ha usted la policía lo hizo y lo encontró tendido en el suelo- contó la enfermera con minuciosidad. -la policía pensaba que fue su amigo Héctor quien lo golpeo, y no sabían como demostrarlo; pero eso ya no importa- contesto la enfermera.

Gregorio pregunto con desesperación - ¿Qué le paso a Héctor, Donde esta?- siguió con un tono mas lastimero -¿por favor dígame que le paso a mi amigo Héctor?-; pero la enfermera solo lo miro con un tono compasivo y Héctor pensó que el sueño que tuvo no hubiera sido un sueño sino una premonición.

Gregorio llego al cementerio, vio la pequeña loma que había visto antes en su sueño, era como estar hay de nuevo en esa visión: las lapidas, la subida, los hombres acusando al difunto de la lapida y de pronto la novia de Héctor apareció hay mismo dirigiéndose a la tumba la novia de Héctor; los hombres se voltearon y dijeron -ese es a quien intento asesinar- y voltearon a ver a Gregorio parado en la tumba; Gregorio simplemente dijo con voz fuerte -¡ya déjenlo en paz, nada es verdad!- y se voltea a recibir a la novia de Héctor la cual lloraba sin consuelo y se tiro a los pies de Gregorio y con una voz de suplica le rogaba.

-Por favor di que no fue el; ¡que no fue Héctor el que trato de matarte!- y derramaba sus lagrimas sobre los pies de Gregorio y pidiendo de nuevo -¡por favor dime que no fue el!- .

Gregorio la recoge del suelo y le contesta con voz suave y tierna, -no fue el tranquila-.

-pero Héctor se hecho la culpa dijo que el nunca se marcho después de la pelea- dijo Elena llorando a lagrima viva; -que entro al estudio tomo la estatua de Niké y se escondió en su dormitorio te espero y cuando entraste te golpeo en la cabeza y se llevo un dinero de la caja, solo cuando lo recogieron después del accidente el dijo que fueran a verte. En el hospital le dijeron que tu estabas al borde de la muerte y el muy mal herido firmo una confesión contando todo lo que te he dicho y además al encontrar el dinero y una huella de el en la estatua le creyeron.

-tranquila Elena – dijo Gregorio con voz serena, - el dinero se lo preste yo y la huella en la estatua es por que yo se la mostré mientras conversábamos, sobre los dioses griegos tranquila iré a la policía y limpiare su nombre; diré que no voy a denunciar este incidente y que el no fue; explicare todo; diré que el se denuncio pues se sintió culpable ya que solo fue a prestarme dinero. Yo le dije que escuche algo y que se quedara pero el no quiso y por eso discutimos, el se fue y estuvo preocupado por eso pensó en mi después del accidente; al ver que estaba al borde de morir se sintió culpable y dijo que fue el- explicaba Gregorio, y finalizo diciendo – no te preocupes Elena sacare a Héctor de la cárcel, diré lo que paso y los ayudare en el negocio de Héctor, pero adelántate yo tengo que visitar la tumba de mi abuelo- y de repente le surgió una duda y le pregunto a Elena, -¡Elena!,dime: ¿Quién te dijo que estaba en el cementerio?.

Elena respondió secándose las lágrimas y con una felicidad desbordarte -fue un hombre es una que llevaba un saco y pantalón negro; una gabardina y un sombrero del mismo color era, era de estatura mediana parecía árabe, bien parecido pero tenia una sonrisa burlona y unos ojos como el fuego; ¿que no era tu amigo?- pregunto asustada -me dijo que se llamaba Pireo-.

-si tranquila, yo lo conozco- respondió Gregorio, esbozando una sonrisa; para finalmente ir a la tumba de su abuelo.


Estaba parado frente a un tumba donde estaba grabado un timón de barco y una ancla y el nombre de su abuelo; con una lagrima en su mejilla rodando dijo en una voz de susurro –gracias abuelo por ti no solo e salvado mi vida sino también mi felicidad te agradezco y gracias al jinn también-.

De repente se oyó como si una columna de fuego saliera del piso y de reojo vio al hombre vestido de negro y le dijo -gracias por todo-. El contesto con una voz burlona – primero no tienes que agradecer fue un deseo de tu abuelo, segundo llámame Pireo ese nombre me gusta y tercero no te libraras de mi tan fácilmente ¡Me devolviste los poderes y la fe con tu acto! así que te serviré eres mi amo siempre que me necesites estaré hay- y desapareció tal como había aparecido.

Entro al carro y le dijo a Elena -¿Qué clase de negocio estaba proponiendo Héctor?, nunca lo dijo-.

-el encontró un mapa de un tesoro y estaba pidiendo fondos para buscarlo –respondió sin convicción en la creencia de su enamorado.

-entonces saquemos a Héctor de la cárcel y busquemos el tesoro que esperamos- replico emocionado Gregorio -la aventura los espera-.

Y Así Héctor obtuvo la lealtad que necesitaba y Gregorio su valor y espíritu aventurero; así vivieron historias dignas de ser contadas por su abuelo; con genio incluido, pero estas serán contadas en otra ocasión.

Texto agregado el 27-01-2008, y leído por 82 visitantes. (0 votos)


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