Comía golosinas en mi dormitorio y bien escondido entre las sabanas de mi cama aquella tarde gris. Comenzaba el otoño y las hojas secas caían por todas partes, las clases de la Escuela recién comenzaban y no había deberes aún.
Había cumplido ocho años en Diciembre y me sentía grande, porque mi mamá me mandaba a comprar o me pedía que cuidara a mis hermanos, pero me gustaba más ir a comprar, porque con el vuelto siempre me quedaba dinero para alguna golosina.
De pronto sentimos pasar unas avionetas y con mi hermano menor salimos corriendo a ver, ya que el ruido era tan fuerte que no podíamos ser indiferentes.
Mientras corríamos presentíamos que algo grande iba a pasar, porque todos los amigos del vecindario salieron a mirar preguntando a los que estábamos afuera:
_ ¿Qué pasó?
_ ¿Lo vieron pasar?
_ Parecía que estaba tan cerca de nosotros… Miren… allá se ven.
Una cortina de humo se levantó entonces, corrimos hacia aquella señal con rapidez, yo sentía que mi corazón se salía porque un ruido estrepitoso se escuchó y el fuego ardía en aquel sitio eriazo cerca de mi casa.
Transpiraba sin razón y mi hermano se agarraba de mi polera diciendo:
_ Volvamos Checho Por favor.
_ Vamos a ver _ le dije_ Ándate a la casa, tú solo si quieres, porque yo quiero ver qué sucedió.
Manolo llevaba una lágrima en su cara y se la limpiaba con la manga de su polerón.
_ Espérame_ Dijo_ no quiero quedarme solo.
Fuimos los primeros en llegar el humo estaba oscuro, me dolía el estómago con el olor y subimos con Manolo a un Muro alto lo cual nos daba una visión más exacta del avión, el cual estaba destrozado.
Sólo la parte central y la más imponente del aparato estaba completo, era el asiento del piloto, éste se podía apreciar desde arriba del muro con todo su cuerpo atrapado en el sillín y su rostro pálido con los ojos abiertos.
Manolo se puso a llorar, me decía: _ llamemos a los bomberos_, quizás podamos salvar al piloto.
En ese momento llegaron bomberos, la ambulancia, los carabineros e intentaron sacar al aviador, pero no se podía. El hombre había muerto con el choque y su cuerpo quedó atrapado entre los fierros.
Me sentía triste, quise quedarme a ver, pero mi madre salió a buscarnos muy asustada y nos encontró demasiado pronto, me sentí muy pequeño, tanto, que, aún sueño con aquel piloto el cual vuela y se cae en el avión.
|