Estás tan cerca... Pero tan lejos.
No hay por donde comenzar a veces no necesitamos las palabras, basta con un respiro para crear.
¿Para crear qué?
No lo sé, tal vez una forma de amar, con un poco de imaginación, con un toque de creatividad de sensibilidad y pasión. Para lograr un poco de armonía se necesita un trozo de paz interior, sutileza... No pensar, mas bien dejar que exploten los movimientos quizás coordinados suaves o bruscos, lentos o ágiles.
En esos momentos es en donde nos interesamos por nuestros instintos, donde la religión, el tiempo, las presiones desaparecen y de pronto se convierten en un solo juego con dos piezas llamadas cuerpos... Todo esto cuando termina?... No es bueno que termine porque cuando dejamos de amar dejamos de vivir.
Hoy después de varios meses, las letras se desvanecerán, los sueños se vuelven difusos, la tristeza de mi lápiz inunda su torrente de lágrimas, el carbón ha dejado de sonreír porque sabe que no puede dar marcha atrás y le será difícil hablar impregnándose en el papel.
El tiempo es el culpable, es el causante de la agonía que tengo. Todo indica que mi lápiz no volverá a escuchar esa voz que hacía revivir a aquellos muertos, locos y apasionados amantes del papel y el lápiz.
Esos sueños siempre estuvieron escritos; sólo encontraron a estos locos y apasionados que aprendieron a retirar los trozos invisibles de papel e hicieron que una voz les diera vida.
Hoy después de varios meses, mi lápiz quedará triste pero sabe que algún día encontrará una voz que le dé vida.
|