Hay ese olor que despierta la fe, pero es falsa porque hay pruebas más o menos probables y hay probabilidad de que el pronóstico del tiempo se equivoque, que yerren y llueva hoy, no el viernes. Hay ese olor a lluvia en camino, a tierra a punto de mojarse y asfalto sediento, además son las dos de la tarde y nadie puede moverse porque es enero y es la siesta en el litoral. Hay mates amargos y la posibilidad de no pensar en nada escuchando una entrevista de dos horas a. Pero prefiero otras cosas irrelevantes, como ser el cronista oscurecido con la nube improbable, y algunas señoras y señoritas no pueden tomar sol como todos los días a esta hora, y creo que eso es todo lo que cambia en lo que mi respecta, me importa, porque me preocupa un montón de gente con cáncer de piel o demasiado bronceados y con la cabeza quemada de tanta mierda secándose al sol. Y no digo que lo que yo hago sea diferente, pero al menos escupiendo a la pared uno puede analizar el color de la baba y el moco y escupiendo mucho se puede separar la mierda de la baba deliciosa que todos deberían escupir, un poco en la pared y un poco en la cara de sus seres queridos, y regocijarnos bajo el sol de enero sin pedir perdón por escupir nuestra verdad personal u otra empresa, así hasta que todos sean tan pero tan babosos y, acostumbrados al olor, no me quede otra cosa que hacer que sentarme un poco a tomar sol, también, y otra persona se comerá sus mocos para ver a que sabe y si está enfermo o qué.
Pero no debería decir lo que deberías hacer, ni usar la misma palabra tan seguido porque suena a vocabulario empobrecido, y bueno, soy de la generación que vio mucha tele. Además que siempre terminás haciendo lo contrario a mis propuestas, salvo alguna indecencia que sale del costado de la boca, unas babas que mejor no tragárselas sin ya están ahí y vos enfrente, sin sospechas, pero bueno no propongo eso ahora sino que quiero que hables sin pasar por una aduana que me parece te encanta que esté ahí, entre el pensamiento y la palabra dicha, el escupitajo delicado, en el baño con la puerta cerrada, bueno no quiero que sea así, pero andá a saber que cosas quedan del lado que no voy a ver jamás. Salvo cuando son mis babas. Imagino una tarde después, vacíos de las cosas que no suelen decirse entre nosotros, un poco de culpa porque seguro algo habrá lastimado alguna parte de otra cosa y así sin precisar me doy cuenta que sería intolerable, mas vale cada uno se encierra en su baño tranquilo y apunta al centro del agua del inodoro y deja caer una mucosidad lenta y delicadamente, silencio, mucho silencio mientras esperan, afuera, que salga el sol de una buena vez para esperar que por favor se nuble un poco y así, cada uno con su color y su fantasma favorito, tragando saliva.
O no, a lo mejor nada mas que sed y si no que alguien me avise, por favor.