Siempre que viajo,
Miro a través de la ventana el cielo
Del color de la violeta en la tarde
Y las nubes como un presagio del oscuro final
Se arrastran por el suelo del firmamento.

Cerca de los viñedos entre el pastizal
Comen ignorantes las vacas,
Sin saber lo que ocurre en el mundo.

Pero mi alter ego saca la mochila del asiento, se acomoda
Y me dice con cierta expresión:

“no te creas más listo que los bovinos,
Mira que ellos no hacen juicios sobre ti y tu inteligencia,
Pero tu si.”

¡rayos!,
Nuevamente tiene razón
Pero pronto olvido su sermón mirando la nada
Que se confunde con las luces.

Siempre que viajo escucho voces de cantantes reliquias,
De cantantes contemporáneos
Y de los que aún no cantan.

Viajo cuando la vida ya no me soporta en ese lugar,
Así llego a otro y la confundo.
Piensa que soy DOS tipos raros que aparecen y desaparecen continuamente.

Piensa (siempre estoy preenjuiciando) que soy hombres invisibles o algo así,
Y de cierta forma tiene razón:
Soy el hombre invisible,
Nadie da cuenta que voy que voy sentado en la numero 25 ventana
Arrancando de todo en busca de nada,
Mirando como las nubes y la noche
Devoran el cielo y la tierra y el hombre
Con sus luces artificiales que iluminan el cemento
Que también va devorando la tierra.

Soy el tipo de quien nadie se despide
El que nadie ve
Y al el que nadie espera.

Tengo un gusano comiéndome el alma entre los pulmones.

Y con todo esto,
Nunca se me ha ocurrido que soy una especie de fantasma
O de recuerdo
Y por eso viajo siempre solitario,
Nunca lo pienso

Y mi alter-ego vuelve a sentarse
Y me dice:
“¡ves mierda, eres tan imbécil que hasta te auto prejuicios,
Puto infeliz!”.

Se para muy enojado,
Camina por el pasillo
Y baja en algún lugar de la 5 sur
Mientras yo sigo mirando por la ventana la nada
Y ese baile casi imperceptible que cometen las luces y las sombras.