Él la miraba pasar bajo su ventana todos los días al llegar la tarde, pero su visión desaparecía en segundos, y al dirigir la mirada hacia el interior, en vez de ver a la misma joven hermosa y con un chal de lino, veía en un sillón a una mujer dormida ajada por los años, casi muerta pero oprtando el mismo chal, haciéndola a sus ojos a pesasr de sus arrugas y achaques como la mujer más bella que había visto.