Y un día la perdió, al menos eso creía. Sin haberlo notado, en algún punto se produjo la fractura, pero no pudo precisar cuándo, ni mucho menos por qué. La cuestión es que estaba al borde de la incomprensión absoluta. Varias sensaciones formaban hilera en su cabeza, la culpa dijo presente, nunca faltaba a la cita; el remordimiento, en el fondo intuía que en algo había fallado; la tristeza, sabía que ya nada sería igual; la ira, sentía que la vida lo había traicionado arrancándosela de esa manera; la resistencia, estaba decidido a actuar con firmeza.
La lucha era desigual, tenía todas las de perder porque su amor era incondicional y en el fondo sabía que para ganar debía estar dispuesto a arriesgar, al punto de poder perderlo todo, tanto la amaba!
¿Cómo puede una hija alejarse así de quién siente haber dado todo por su bienestar y felicidad?