En el mundo globalizado que nos acongoja y acojona es posible encontrar casi todo tipo de bienes y servicios, incluso aquellos que tienen que ver con la toma de decisiones cotidianas, personales y espirituales, por llamarles de alguna forma.
Movido por el motor del mercado, me aventuré a sopesar la decisión de ser infiel con la asesoría de un consultor profesional en "toma de decisiones estratégicas". Y resulta que luego de dar vueltas y vueltas a las hojas del voluminoso directorio de profesiones me encontré con que uno de esos "gurús" impartía un curso denominado "Teoría de los juegos. Economía y Derecho" en una universidad privada. Primer razonamiento de este razonable servidor: costo-beneficio de camuflajearme como un estudiante y tener acceso a las clases del maestro Mino Milito: recurso desechado. A mi edad el costo de maquillaje, vestimenta, tinte para el cabello, etc .superaría con creces el beneficio y ni siquiera tendría la garantía de acceder al oráculo sagrado.
Segunda opción, pasar por un viejo maestro visitante, digamos de Lituania, con un precario pero convincente manejo del idioma local. Bien, el proyecto calsificaba en lo razonablemente exitoso.
Y si, este supuesto viejo profesor universitario que aparentaba balbucear con dificultad los clásicos, buueros driass! mi no entiender, y, buenirimas las tenga señoruuita, acudió puntual a todo las clases del curso semestral. Con paciencia y no menos gusto me volví alumno sobresaliente en políticas públicas. Es decir, como instrumentar una serie de normas o leyes de beneficio público con el auxilio del análisis microeconómico y el Derecho. Las conclusiones no podían ser más sorprendentes.
¿Sabía usted que resulta más conveniente para la sociedad reducir las penas por delitos graves en lugar de aumentarlas? ¿Que implementar autobuses exclusivos para el transporte de mujeres exacerba los índices de violencia? Que aumentar los precios de las entradas al cine no reduce la asistencia de público, sino lo contrario?
En fin, llegó el día en que se tocó la temática de la infidelidad, y ahi estaba este viejo retorciéndose nerviosamente los abundantes bigotes.
Primer planteamiento del profesor Milito ¿cuántos de ustedes son infieles? silencio en el aula, nadie levantó el brazo, miradas furtivas entre compañeros para no mostrar turbación. Y el ataque de Mili: apunten, primer factor de la ecuación: culpabilidad social. Y en seguida el segundo dardo: evalúen los costos que deben asumir para mantener contenta (o) al tercero en discordia: alimento, vestido, tarjetitas de amor, restaurantes, cine, libros, y bueno, lubricantes, hoteles, pastillas tonificantes, juguetes sexuales, mensajes de móvil y sus llamadas, muchas, muchas; anillos, pulsera, relojes, ufff! y a eso agregue los gastos extraordinarios para el (la) legítima (o)no se sienta desplazada (o), y por tanto se transforme en un mar de sospechas: comidas en lugares exóticos, viajes, flores, muchas flores.
Bueno, no todo es negativo, quiten esa cara de tristeza, también usted, amigo lituano! Pasemos a los beneficios, pero esos quiero que ustedes los enlisten.
El aula quedó en silencio total, y ante la expresión de satisfacción de Milito, como diciéndo: lo sabía, mandó hacer como tarea una lista de por lo menos 20 puntos que resultaran mayores en beneficio que en costos.
Salí apresurado de la clase, y me enfile al burdel más cercano de la zona a hacer la tarea.
*Cualquier parecido de los personajes con personas reales es mera casualidad. El curso aludido es completamente real, al igual que los temas que se tratan. |