“Así, ¡Oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae
al pálido mirar del pensamiento”.
Hola, sinceramente no puedo creer que tu infinito ego haya trasmutado el alma dentro de su territorio, para no dar cabida a ningún otro pensamiento ajeno a ti. Ni que no te hayas dado cuenta de mi alejamiento comunicativo, sensorial, oral, intrínseco o extrínseco. Vos y tus circunstancias, sin el remordimiento de la voluntad del otro, sin el dolor más primitivo por su vida o de una cálida mirada declinada en él. Todo cierra, tu inteligente vida se ha quedado en un ¿Porqué a mí?, que no da paso al ¿Qué hice yo?, lo cual veo se diluye en nada argumentado en tu defensa. El tiempo entre lo plausible y lo real se ha escapado de ti en innumerables sucesiones que no has podido o querido analizar, quizás hubieras evitado algunas cosas, o no, ¿Quién sabe...? Vergonzante del lado que se mire, y acá no caben internas, externas, intermedias, trabajo, malabares o simulacros, sino sólo el deseo atado al sentimiento, a la educación y a los principios. Obviamente en mí no habrá segundas vueltas, la decepción es demasiado grande, sin dudas una pena porque mis sentimientos eran inmensos y sublimes, Ana Cecilia.
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