Tu sombra se proyecta aún sobre mi pared, sobre mis retratos, sobre mi alfombrado azul petróleo, sobre mi taza de café vacía y mi novela olvidada en el escritorio.
Pensaba en ti hace un momento y envuelta en la nebulosa de la tarde creí que no vedrías. Pero era de esperarse...
Vi tu cara reflejada en mi ventanal, vi tus ojos atravesar mi guarida, sentí tus manos custodiar mi alicaída personalidad, y es que desde que no te veo que no me gusta tomar el café con azúcar.
Que no te extrañe que ya no juege mimicas los domingos, tampoco voy a misa. Sigo yendo a la catedral, cuado no hay nadie, ahí te espero, me siento en la cuarta banca del lado derecho, junto al Santo Daniel y sus leones.
Sigo cantando, escucho mi eco en la cúpula sacristal, y en el viento de las campanas escucho tu risa, entonces, me rio yo y lloro.
No me mires así, por eso ya no estoy contigo, te gusta siempre poner mala cara en todo, en todo lo que no te incluye... ¿ves?, ahora todo lo mío te incluye, lo que leo es por ti, lo que escribo es por ti, lo que silvo es por ti y lo que odio es por ti... si, ya lo sé, mañana es el aniversario, te llevaré flores, lo prometo, si, aún guardo esa ropa, y si, el detective irá también...
No te hagas el inocente, sabes que mi libertad es bajo custodia, diría que me arruinaste la vida, pero tu fuiste el que terminó boca arriba... y aunque fue en defensa propia.. ¿eh?, si, iré con el vestido rojo, sé que te gusta... |