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V.1. Demasiado, para trabajos de auxiliar

Han pasado solo 2 meses y todavía quedan señales del aspecto saludable que me dieron las salidas del verano. Los paseos junto al bosque, el esfuerzo del camino y tantas e interesantes vivencias, son remedio eficaz para cuerpos debilitados, como cuando se sale de una operación quirúrgica y medicina imprescindible para la mente, en la puesta a punto y recuperación de momentos poco optimistas y con problemas de difícil solución. Es lo deseable y debiera ser obligatorio por sus ventajas, pero también tiene algún inconveniente: tengo la sensación de que me toman a broma o no me creen, cuando me presento a cualquier entrevista de trabajo; noto que mi aspecto, como poco, despierta curiosidad y no es por el vestuario, que ya utilicé todas las combinaciones posibles: de traje y corbata; con americana, pantalón y camisa de cuello desabrochado; en tejanos; con jersey; en camisa de manga larga y también, de manga corta; e igual con los complementos: gafas de sol a modo de diadema; sin gafas; con gafas de bibliotecario (en la punta de la nariz y solo para lectura); de intelectual moderno en cristal transparente y montura invisible; modelo Torrente Ballester de cristal culo-de-vaso; con cartera de ejecutivo, sin nada en las manos, con bolsito-mariconera (repleto de compartimentos y cremalleras y sujeto a la muñeca); y una vez sentado, hablando lo justo y contestando a todas las preguntas de manera escueta; en actitud sumisa y como esperando una recompensa; como buen comunicador, opinando y argumentando cuestiones de actualidad; bromista y chistosillo, con alguna ocurrencia oportuna y las mil y una posibilidades de cualquier persona con recursos y sin miedo al futuro.

Soy incapaz de acudir mal aseado, con zapatos sucios o la ropa descuidada y sin planchar, como van algunos y me niego a admitir que pueda ser una de las causas, como dicen en casa. No solo me siento inspeccionado por quién me realiza la entrevista; noto que todos me observan. Los mismos aspirantes con los que comparto cola para ser entrevistado, se distancian de alguna manera y algunos, hasta parece que se obligan a retocar algunos detalles, colocándose más erguidos y abrochando o estirando parte de su poco cuidado vestuario; pensaba que era una ventaja porque, a menudo, me atienden enseguida en todas partes, pero estoy equivocado porque solo recibo sonrisas y buenas palabras y nunca, relativo al trabajo, ningún resultado.

Desde mi vuelta, apenas salgo de casa y estoy medio escondido del sol y de la vida, esperando la oportunidad de un trabajo o el milagro que resuelva mi maltrecha economía. Tengo mis datos en todas las oficinas de empleo de mi zona y salvo el INEM que me envió tres cartas para participar en cursillos de encofrador, gruista o ayudante de fontanero, hasta ahora, no recibí posibilidades de ningún empleo. No tengo experiencia ni edad para aprender oficios que no me gustan y paso la mayor parte del tiempo, ocupado en viejos recuerdos y entretenido con la correspondencia postal que recibo de Gelos y los mensajes vía Internet, que mantengo con Natalie.

No se parecen en nada; ni siquiera se expresan con el mismo idioma y sin embargo, ocupan parte de mi tiempo y pensamientos. No tengo otro sentimiento, que admiración y deseos de sana relación de amistad y ningún interés en un hipotético contacto carnal, que me sugieren siempre todas las hembras de mi especie; me cautivan sus maneras y lo que transmiten las cartas o los mensajes de cada una. Inicié enviando fotos y algún comentario de nuestro primer encuentros y ambas, contestaron de igual manera: agradeciendo el envío y satisfechas del recuerdo.

Gelos es la más cauta y cuidadosa, sin duda por sus especiales circunstancias de situación personal. Me pide total discreción con los envíos, utilizando como destinatario “Casa La Cuarta” y datos y código postal de la casa que me sirvió de refugio, evitando que su nombre o cualquier detalle, llame la atención del cartero o cualquier otro vecino. Desde siempre, es ella quién recoge y remite las cartas a Doña Paula y con este sistema, cree que puede ampliar su reducido mundo silvestre, sin complicarse la vida ni levantar sospechas, que puedan enturbiar su pacífica convivencia familiar.

Natalie utiliza un escaso y rudimentario vocabulario, pero escribe en español, que dice le ocupa tiempo y mucho esfuerzo; prometí que iniciaría clases de francés para compensarle. Le supongo más de 50 años y algunos detalles de excesiva ingenuidad, me sugieren que debe de vivir soltera y con una pacífica pero aburrida existencia, rodeada de paisajes y construcciones medievales con castillos, almenas y torres que aparecen en las fotos que me envía con cada mensaje.

Hoy visité la oficina de empleo y me inscribieron para el único cursillo abierto y que considere de provecho, si nó para conseguir un trabajo, sí para sacar partido a mi máquina digital que hasta hoy, utilizo en la misma posición para todas las tomas. Tiene un abultado libro de instrucciones, pero nunca me sentí capaz de asimilar tanta información sin la ayuda de un profesional.

Texto agregado el 22-01-2008, y leído por 502 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-01-2008 Se mezcla el pasado y presente con el futuro inmediato.Quizás no sea un buen momento en la vida,digo laboral.Es importante para sentirse bien.Pero así son las cosas. Me uno a este texto especialmente.Suerte,compañero. australi-a
 
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