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Esta historia ocurrió en este mundo de desamor, donde todo se quiere hacer de manera fácil, las cosas pierden su sabor, nadie se arriesga por nadie, nadie permite que el otro se arriesgue. Porque arriesgarse es algo difícil, doloroso, un camino a seguir del cual se desconoce su final, si es que lo tiene.
Las cosas se hacen fáciles, sin luchar, sin sufrir, y sobretodo sin pensar. Lo importante es conseguir lo que uno quiere, y rápido. La espera es cosa del pasado, la maldita espera. Estos son los pensamientos que pasaron por la cabeza de Ella, los que la llevaron al día de su muerte, de su suicidio.
Jamás dejo aquella casa con la cual compartió su vida en familia, en felicidad, en amor, o eso es lo que todos pensaban cuando en realidad, Ella sufría por dentro, su corazón roto, a causa de no poder llegar a conocer el amor, eso que tanto quería, esa meta que tanto la hizo sufrir y llorar. Lo que tanto anhelaba. Ella al contrario de la sociedad que la rodeaba escogió arriesgarse, escogió el camino difícil, el camino del dolor, sin importarle nada, porque esa pasión que tenia por amar era más fuerte que todo.
Su búsqueda duró poco, la espera la mató, y ella lo sabía, ella no podía esperar, siempre debía seguir caminando sin saber cuanto más debía caminar, y en ese camino en el cual sufrió muchas caídas siempre se levantó más fuerte y siguió caminando, pero un día encontró la muerte y el camino llegó a su fin.
Ella decidió permanecer en su casa, después de todo fue allí donde fue más feliz, y allí estaba luego de 18 años después de su muerte, observando a sus nuevos huéspedes, un matrimonio y su joven hija.
La joven, últimamente, lucía rara, triste, preocupada, Ella no le prestaba mucha atención a esta familia, sus pensamientos siempre volaban como en vida, recordando su pasado e imaginando un futuro distinto. Pero aquella tarde la joven obtuvo su atención, se encontraba sentada frente a la computadora, llorando desconsolada, una mano apretaba fuerte el borde del escritorio con su palma hacia arriba y su muñeca desnuda, la otra mano temblando sostenía una filosa navaja dispuesta a llevarse una vida, otra vida más, porque aquella navaja también había robado la vida de Ella.
Se encontraban las dos, una al lado de la otra, Ella y la joven, escuchando con atención las declaraciones del matrimonio, la madre de la joven, entre llantos, le decía al policía que no podía ser, que era imposible, su hija era muy feliz tenía todo lo que quería, tenia muchos amigos, tenia… y ahí fue cuando Ella entendió, aquel espíritu de desamor entendió, era tan grande su tristeza, su frustración en vida, que había quedado allí, en aquella casa, robando las vidas de quien la habitara, llenándole el alma con los mismos sentimientos que a ella la convirtieron en lo que era ahora, una especie de asesina casi involuntaria.
Dos años después se encontraban una vez más, una al lado de la otra, ella y la joven, mirando otra chica, pero esta chica no está temblando, ni tampoco tiene una navaja en su mano, esta chica esta escribiendo, me están mirando a mí, a mí.
Fueron notables las coincidencias en los suicidios, el lugar, la navaja, las edades, pero me costo mucho, pero mucho comprender el porque, algo que yo ya sabía. Soy una buscadora del amor, al igual que ellas, y también me siento triste y frustrada, pero no culpo a estos dos espíritus que me rodean y que ahora están atentas a mi relato, no se a quien culpar, tal vez la culpa no sea de nadie, simplemente es así como se hacen las cosas hoy en día de manera fácil y rápida, y tanto a mi como a ellas nos dificultó llegar a la felicidad, se que tengo más fuerzas aún, no me siento perdida, pero para que voy a seguir en la búsqueda del amor si ya todo esta perdido, si sólo alguien me diera alguna esperanza, pero no, aquí no hay nadie, voy a poner punto fin a este relato y espero que los que lo lean adviertan sobre esta casa, sobre esta historia.
No, no puede ser, aquel había sido mi punto final, estaba a punto de tomar la navaja cuando.. no, no puede ser, la navaja no está, ya no está.

Texto agregado el 21-01-2008, y leído por 80 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-02-2008 Estoy de acuerdo con "suna". No busques el amor. Deja que sea él quien te encuentre a ti. Buena historia. Me gustó. Besos. TerraPromesa
21-01-2008 Me encantó el cuento..sabias palabras..aunque..buscar el amor?..el amor nos encuentra creo yo suna
 
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