VOLUMEN II

La verdad es que no se porque me mato. A falta de mejor cosa, le voy a echar la culpa a la sociedad de consumo, o la globalización.
Al fin y al cabo, mi sensación de vacío se debe a todas aquellas cosas que no puedo tener. Es como pasarle una y otra vez por delante de la cara un plato de ravioles a la parissiene a un tipo que se esta muriendo de hambre. Pero antes haber pasado con una picada, luego los ravioles, después un buen vino, mas tarde una copa Melba, un café Irlandés. Llega un momento que el pobre tipo o te mata o se mata.
Antes la gente no se preocupaba por determinadas cosas porque no sabía las cosas que podía tener, a lo que podía aspirar. Y cuando lo veía era en algún vecino rico y poderoso, por lo tanto siempre podía justificar se de algún modo, a saber: “Estos tienen toda la guita que quieras, pero fijate vos la cara de sufridita que tiene la señora pobrecita, si anda a saber cuanto hace que no le presta atención el marido”, o bien “Ah! Pero al infeliz de Archenti ni toda la plata que tiene le compra la fidelidad de la esposa. No viste como le hace ojitos al jardinero?????”, y en ultima instancia “Mucho lujo, mucho poder, pero la verdad que la conducta de la nena mas chiquita deja bastante que desear. Y el mas grandecito es un poquito amanerado, se me hace.”.
Pero ahora con Internet, avisos en las autopistas, comerciales de tarjetas de crédito y televisión por cable, no se sabe. Al tipo que tiene el auto que uno quisiera tener, se lo ve de lo más feliz con la esposa y los hijos que quisiéramos tener. Nada indica que sea ni cornudo, ni mal tipo, ni que los crios sean unos sub normales. Y uno se siente un tarado. Si ampliaran un poco mas el comercial diría también que gano la plata par comprar ese auto trabajando en el lugar a donde a nosotros (a todos) nos gustaría trabajar. Asi que de paso es honesto. Y te hace sentir que esta a tu alcance, pero como JAMAS te alcanza, te sentís un fracasado.
Y ni hablar de que en ese tipo de comerciales son todos lindos. Que digo lindos, perfectos. Cuando sonríen (o sea todo el tiempo) parecen una propaganda de dentífrico más que de un auto. El tipo tiene todo, pero todo el pelo. Está bronceado en pleno mes de agosto (o sea que viene de Europa seguro). Por más que pase de los 40, no tiene una sola arruga y tiene un lomo que da calambre. Todo musculito y camisita de ese cocodrilo de porquería, que dicho sea de paso, para comprar una de esas camisas un cocodrilo es lo ultimo que tenes que tener el bolsillo. Y ni hablar de su señora esposa. Terrible lomo, hermosísima e mas que probablemente inteligente. Y seguro que sabe cocinar, me juego la cabeza.
Después de ver eso uno se levanta, va a la cocina a donde reposan como una acusación las facturas sin pagar y observa detenidamente como las moscas revolotean alrededor de los platos que el esperpento de nuestra esposa dejo sin lavar la noche anterior. Seguís de largo y te vas al baño, mientras te cepillas los dientes notas con desagrado (por enésima mañana) que estas más gordo y que la calvicie ya esta ganando la batalla. Te encontras dos arrugas y dos canas nuevas en el poco pelo que te queda y descubrís con espanto que el tarado de tu hijo se volvió a dormir y falto a la universidad (menos mal que todavía no te diste cuenta que hace 6 meses que dejo la carrera y cuando te dice que va a la facultad y te pide plata para los apuntes, en realidad se va a tomar cerveza y a fumar marihuana con los amigos) y la trola de tu hija no vino a dormir otra vez.
Después de todo esto, ni pensar en querer salir con un frío espantoso a tener que calentar el motor del auto para ver si con suerte arranca. Y que arranque o no, da lo mismo, tener que llegar al trabajo mediocre y mal pago que tenes. No, no y no. Más vale buscar papel y lápiz, sentarte, y escribir tus últimas líneas. En todo caso, si existiera algún momento de duda, solo hay que pensar en lo poco, poquísimo que vas a dejar de herencia.




(La próxima entrega será doble…)

MarMaga (alias: Marianela Daraio)