¡Perra; no eres mas que una perra!
Fue lo primero que escucho Maria, al confirmarle a su madre que aquel embarazo era inminente; carmen miro a los ojos de su hija; y sintió como lentamente una lagrima perezosa recorría su mejilla.
Carmen sentía la mayor desilusión de su vida;
¿Pero como, pero como era posible esto? Como Maria, el orgullo de la familia, la niña más seria del barrio, y una de las mejores del colegio, fuera a aparecer hoy con un embarazo indeseado; cuando ni siquiera un novio se le conocía;
Carmen jamás seria capas de mirar a su hija a los ojos, sin sentirse desilusionada al extremo;
A su vez Maria, se deshacía por dentro pues ella tampoco seria capas de mirar a los ojos de carmen, por la horrible vergüenza que entupida y despiadadamente se la consumía a todo momento.
Maria prefería morir que confesarle a carmen que a aquel al que su hijo llamaría padre, también deberá llamar abuelo.