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¿Puede ser el Cielo la cuarta parte de un todo? Creo que los Griegos dividieron el mundo fue en tres: el reino de Zeus, el de Hades y el de Poseidón. Éste último es "El Mar", pero, viendo relieves antiguos e interpretando mitos uno se da cuenta que aquello a lo que los griegos antiguos llamaban "Mar" es el mar estelar: Nereo, las Nereidas y muchas otras entidades "Marinas" son más bien espaciales que acuáticas ¿Será que los griegos al imaginar las estrellas pensaban más el cielo como un mar y la Tierra como una isla? algo me dice que es así. El Cristianismo también posee el Universo partido en tres pedazos, quizás en cuatro: Cielo, Infierno y Purgatorio, digo cuatro porque ¿Qué espacio es entonces el que nosotros los mortales ocupamos?, no es ninguno de los otros tres Sin embargo es posible darnos cuenta que los espacios cristianos podemos interpretarlos como espacios internos, estados del alma. No así los griegos cuya observación del mundo fue simplemente asombrosa (algo comparable con algunas de las culturas precolombinas).

Oye: pero y si esos espacios existen, aun cuando se hallen fuera de la percepción humana normal (¿o moderna?), ¿cómo se obtienen, y qué significa su obtención, o cuales son las consecuencias de su obtención? Las consecuencias, como sabemos, pueden ser trágicas, porque el error consiste, precisamente, en la creencia por parte del mortal, de la posibilidad de su obtención. Pero, por otro lado, cuando se intuye la existencia de tales mundos o de tales fuerzas, ¿es acaso posible darles la espalda y no vivir en pro de la lucha por su adquisición? Como sabemos los griegos poseían inumerables Dioses, inumerables Reinos en donde todas las diversidades de tipos humanos podían caber, y cada uno de tales espacios poseía dioses regidores y protectores. No así nosotros, que, siendo hijos de una cultura de un modelo único (Cristo), lo más seguros es que nos sintamos mal por no poder pasar de ser malas copias de un original (con el mejor de todos nuestros esfuerzos) o el estar irremediablemente condenados al infierno por no interesarnos ser la copia de un original.

Sin embargo, si acaso es cierto que existen varios mundos, no podemos dudar entonces que deben de estar ligados, vinculados, entre sí. Por que el Todo permite la circularidad, el movimiento entre todas y cada una de las partes que lo constituyen; y esa "movilidad" exige cambios y transformaciones en los seres que por esa totalidad circulan, y por eso son arquetipales los dioses. El ser que circula se halla en cada momento bajo la tutoría de algún dios, dependiendo de la zona por la cual el ser esté transitando. Precisamente, habiendo "Partes" (¿Partes?... "¿Partes ya... mi muy querido Odeseo?"), el ser humano posee la facultad de transformarse. No habiendo partes no hay transformación (no habiendo partes no se conoce qué es pasar a lo distinto - y en nuestra cultura lo distinto es sinónimo de enemigo - El Dios de lo otro es "Malo"). Al fenómeno de la transformación de todas las cosas los griegos lo designaron mediante el término "physis", physis es la capacidad de transformación de la naturaleza y de todos los elementos que la constituyen. Para nosotros "Física" se refiere a todo lo contrario: al estudio de lo inmutable... no al estudio del fenómeno de la inmutabilidad.

Pero lo cierto es que si bien todos los seres somos tranformados constantemente, también es cierto que todos los seres transformamos, no sólo a la naturaleza: también a otros seres: Somos transformados y transformadores a la vez. Sin embargo, y estoy seguro de ello, la manera en la que transformamos a los demás obedece a la manera de uno de tales reinos. Es decir: nuestra esencia pertenece únicamente a uno de tales reinos. Y al decir "nuestra esencia" me refiero a la esencia particular de cada cual y no a la esencia general de los humanos, porque somos distintos... a pesar de poseer la misma "forma" (la humana) cada cual posee su propia materia distinta de las de los demás (Aristóteles). esto indica que cada cual posee su tipo y modo particular de transformarse, su propia capacidad de transformación, su propio "estilo"

No es de asombrarnos, para nada, que los seres humanos distintos a nosotros (a pesar de compartir la misma forma) nos puedan asustar: se hallan en un estado desconocido para nosotros. esto a la vez atrae (porque la fuerza transformadora que nos habita y que nos hace busca la transformación hacia lo que aún no somos, hacia los estados que aún no hemos conseguido), pero nos asusta porque precisamente lo distinto es todo aquello que no somos y, para alcanzarlo, para obtenerlo, debemos "morir", dejar atrás la solidez de lo que hemos sido. Es por ello que los sentimientos hacia los demás, hacia las personas que más nos ataen suelen ser ambivalentes: contienen sentimientos positivos y negativos: la atracción hacia lo desconocido y la suspicacia, desconfianza y temor hacia lo desconocido. Como nuestra cultura no posee noción de estas necesidades inherentes a todos los seres, solemos ser sumamente torpes en cuanto a nuestras necesidades y en cuanto a los que nos necesitan. Se nos enseña que es malo cambiar, que eso es debilidad, sin embargo nos atraen los seres que nos pueden ayudar a cambiar (principalmente personas del otro sexo) así que sentimos atracción y repulsión al mismo tiempo, tememos ser débiles pero la necesidad de cambio nos corroe por dentro y eso nos vuelve violentos: terminamos resistiéndonos a lo que más necesitamos, y eso nos convierte en seres resentidos: nuestra alma lamenta nuestra estupidez cultural, el acatamiento a una estupidez cultural: Terminamos huyendo de nuestra propia capacidad de amar y de ser amados y todo por temor al cambio... a la "debilidad"... cuando es precisamente la dulzura en la transformación y en el transformar lo que es precisamente el amor.

Hace días soñé algo: debido a mi novia tuve miedo a perder mis fuerzas, en el sueño una mujer me enseñaba que debía dejarme "devorar" por mi novia, y en el sueño la misma mujer me mostró que después del devoramiento, hasta que no me quedace ni una partícula de mi ser, de mi sanfgre, de mi oxígeno, mi novia me lo devolvería todo... pero sumado a todo lo que mi novia es. Es decir: para conocerme, para saber quién o qué soy y ser pareja, ella, mi novia, debe absorber toda mi energía y, una vez que sabe de qué estoy constituido me la devolvería, pero sumado con todo lo que ella también es. Y, hasta que esto no suceda soy, lo sé, para ella un desconocido. Eso que se suma es su confianza en mí, una vez que sabe lo que soy... porque la verdad es que no hay errores en ninguno de los seres humanos, pero no es de extrañarnos que a la hora de la verdad y cuando las apariencias no resultan todos nos hallemos "raros" unos a los otros y, si amoamos, necesitamos, de verdad, devorarnos unos a otros para saber a qué atenernos.

La mujer necesita saber qué es el hombre con quien está, porque el tiempo y la experiencia le enseñan que no basta con saber que es hombre, que esa palabra no dice nada, que la psique no es una receta y quie por tanto siempre nos hallamos ante un ser desconocido, ante una materia nueva que amerita ser probada. es por esta causa que a los pocos meses que dos personas se gustan uno de los dos comienza a absorber del otro y, aunque esto pueda ser interpretado como una batalla por el poder no es nada de eso: es simplemente la necesidad de absorber al otro, para conocerlo sin mentiras, para saberlo después de haberlo saboreado y para demostrarle que, una vez "asimilado", una vez sabido, ya se sabe cómo poder ser capaz de apoyarlo en todo su ser Y EN TRANSFORMARLO DE LA MANERA MENOS DOLOROSA Y TORPE POSIBLE. Así que niños no se asusten del amor. Nosotros, La Iglesia, le tuvimos pavor a la mujer durante siglos - creo que nuestas acciones en el pasado lo demostraron muy bien - no es de extrañar nuestro pavor hacia lo femenino: la mujer regenera en su ser todo lo que toma, incluida el alma del hombre: lo regenera. Pero el pavor surge ante la constatación de que se está siendo "tomado", se suele ignorar de que es para una regeneración, se suele ignorar que es por y para el amor y, por cobardía masculina terminamos asociando a la mujer con el mal, con la serpiente, con el diablo. Y es esta cobardía la que mata a los hombres y la que los tranforma en monstruos o en niños eternos dolidos porque nadie los amó.

Los seres humanos necesitamos devorarnos energéticamente los unos a los otros para saber a qué aternernos para poder provocar un cambio, una transformación, a través del amor. Temer ello es mutilar y mutilarnos en nuestra capacida de amar.

Todo esto me lo enseñó una mujer que no conozco en un sueño. En un cuarto muy oscuro que a cualquiera causaría pavor. En un rincón de mi psique que una sed dejada por mi novia en mí abrió.

Un cuartico puede ser el reino del terror (y sin embargo no dejará de ser un cuartico de la totalidad, de esa totalidad que, si no pasamos por ese cuartico del terror, podríamos perder y lamentar en el infierno por toda la eternidad).

Texto agregado el 20-01-2008, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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