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Nací, se que nací porque estoy vivo, porque siento y padezco...cualquiera podría decir lo contrario, pero nadie más que yo, que soy dueño de mi vida, puede asegurar que nací. No me pregunten fecha ni hora, aún no se de esas cosas, pero estoy aquí. Lástima que no puedan ver mis manos moverse, lástima que no puedan ver como lucho por abrirme espacio en este mínimo mundo que se adhiere a mi cuerpo.
Es un mundo extraño este en el que vivo. Espeso, baboso y tibio, lleno de muchos sonidos extraños que nadan a través del líquido que me cubre, algunos imprevistos, otros constantes y cadenciosos. Tán monótonos que se han habituado a mi oído convirtiendose en parte del silencio.
A veces me estoy tranquilo aquí, otras tantas el mundo me sacude, me empuja o me voltea. No tengo vecinos, no tengo amigos ni enemigos. Existo sólo yo en este lugar, mirando todo el tiempo lo mismo, y todo el tiempo con la mente en movimiento. Y es que, ¿qué puedo hacer en esta soledad sino pensar?... es un mundo ególatra este en el que vivo, no conociendo a nadie, no hago otra cosa que pensar en mí, aunque de mí no sepa nada. No se como es mi rostro, no se porque vivo ni para que vivo, no se que me mantiene con vida. Sólo se que estoy aquí y que me gusta estar vivo, quizá sea cuestión de costumbre, pero me gusta.
Por eso hoy he sentido tanto miedo, es que no me he sentido nada bien. Con esta extraña e incómoda sensación que me pone nervioso, como un presagio. He tratado de quedarme quietecito, pero el mundo se me mueve de una forma distinta a la habitual. Poco a poco se encoge y me aprieta, primero sólo como una presión pasajera, pero en este instante el mundo me aprieta tan fuerte que me asfixia por momentos, para luego distenderse y dejarme libre.
Aquí estoy, aterrado y totalmente impotente, sintiendo como el mundo me ataca en ciclos que acortan cada vez más su recurrencia. Sin poder huir, sin poder pedir auxilio, encomendado a mi suerte. Por ratos me invade el desespero y me agobia luchar sin saber contra que lucho, defenderme sin saber porqué me atacan. Todo está oscuro aquí, y sólo escucho los ritmos monótonos de siempre que ahora resuenan más acelerados. Cada vez que me oprime, estos sonidos retumban dentro de mi tímpano con muchísima fuerza, como si su eco se hubiese incrustado en mis oídos.
Empiezo a creer que estoy muriendo, trato de mirar a mi alrededor, pero únicamente veo manchas borrosas que apenas se distinguen dentro de esta oscuridad. Esta contracción del mundo se repite cada vez más deprisa y ahora siento que me impulsa desde mis pies, como si quisiera sacarme de aquí. A cada empujón flexiono mis piernas hacia arriba para neutralizar el impulso y permanecer adentro de la vida, mientras empujo firmemente mis manos contra las paredes tratando de frenarme. Trato de agarrarme pero es inútil, este líquido baboso me hace dócil y siento en mis palmas como me deslizo hacia alguna parte sin poder oponer resitencia. Entiendo que es absurdo resistirme, porque me estoy aferrando al mismo mundo que quiere expulsarme.
Estoy extenuado. Las piernas no resisten un impulso más. Los dedos me duelen de tranto tratar de asirme de algún lado. Ya no me queda más que dejarme vencer y esperar la muerte... Allí la veo, justo sobre mi cabeza, como una luz blanca a la que me acerco. Siento que estoy en el límite del mundo y éste sigue empujándome sin ninguna compasión. El tope cede, como resquebrándose, y comienzo a deslizarme por la reciente abertura. Ya siento el borde abrirse al paso de mi cabello, deslizarse hacia mi sien, rodar por mi frente y bajarse por mi nariz. Ya mi cabeza salió del mundo y abro mis ojos para conocer la muerte, para darle la cara.
No logro verla, apenas puedo distinguirla como una pantalla blanca y luminosa que penetra en mis ojos con una fuerza que me enceguece. Poco a poco me termina de sacar del mundo, y un frío espeso me invade haciéndome temblar, mientras siento que me sostiene y me traslada...Y me quedo asido a ella, manso, en sus manos y a su merced.
Así es la muerte, luminosa, fría y seca. En ella floto como un ánima errante

Texto agregado el 19-01-2008, y leído por 476 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
14-05-2008 Todo cambio de estado supone la terminación de algo a lo que queremos asirnos, una especie de muerte que intentamos evitar por instinto de conservación. En el fondo, somos muy conservadores. Muy buen texto, felicidades. altorcan
12-02-2008 Morir no es morir sino trascender. Elevarse a un plano mejor. Vivir no es vivir sino aprender. Aprender para trascender ;) Eres un sol! Un abrazo. mon_reloaded
22-01-2008 Un gusto leer una propuesta nueva, donde transmites la angustia de la vida y la muerte. Felicitaciones. clepsidra
20-01-2008 ***** DESDE_AQUI
20-01-2008 Me agradó tu texto. Pero, trata de "resetear" la vida, y es posible que esa pantalla blanca y luminosa te muestre el mensaje: Espere, esto de morir puede tardar algunos años.... zepol
20-01-2008 impresionante sentí claustrofovia por momentos...muy bien relatado y planteado el nacimiento y la muerte...besos y******MAtilde mancuspia
19-01-2008 Muy bueno... exelente concepto. ¿sera que si antes de nacer como en tu cuento, pensamos que moriamos, en este cuento de la vida, el creer que morimos nacemos? yo creo que si... por que en relidad nuestra "muerte" no sera el fin de la historia, sino el comienso de otra... La eternidad. Felicidades. Monchy
 
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