Benvenutti a las aguas del Averno en el noroeste azul napolitano en el puerto en que el general romano encontrara las puertas del infierno. Aún estaba Nerón infante y tierno cuando Agrippa sentía en Baia un vano escalofrío andando de la mano de Virgilio en las rutas del Eterno. De Alighieri y Homero en el submundo del más allá se interna en lo profundo uno en el Reino antiguo de los muertos. Yo sentí en el Avernus su presencia y los preceptos burdos de la "ciencia" se tornaron ridículos e inciertos.
Texto agregado el 19-01-2008, y leído por 264 visitantes. (1 voto)