En un pueblo muy lejano en el resguardo de San Andrés de Sotavento, donde habitan los indígenas descendientes de los Zenus, hay un niño que vive con su mama por que su taita murió cuando el era muy pequeño. En los tiempos de navidad con el ocaso cuando la tarde se torna rojiza desde su pocha fabricada con cepa de plátano y por encima de las palmas que sirven de pared del rancho aguaita con tristeza y alegría entre delirios y deseos las figuras que forman las nubes en el cielo las que cada vez que cambian el sonríe entre lágrimas y sollozos por la impotencia de no tener un regalo como los demás niños de la vereda, Juancho como lo llama su mama, piensa y habla con ese Dios diciendo con voz entre cortada Señor si taita esta con tigo dile que me mande un regalito con un ángel por que Pedrito, y julio tiene uno que tu le pusiste en su cama de manito de dios ¿por que a mi no me mandas nada si ellos tiene su taita y tu te llevaste el mío y no me mandas te olvidas que por tu culpa mi taita no esta aquí trabajando la trenza de caña flecha tejiendo el sombrero vueltiao para comprarme todos los regalos que hay, en el tumba cuchara de la niña Joche.
Diosito por que no me devuelves a mi taita, para que mi mama no llore todas las madrugadas, por que no tiene para comprar la comida de ese otro día.
Y para que me compre la hamaca que me ofreció antes de que tú te lo llevaras.
Yo lo estoy esperando Diosito, si mándamelo si.
Porfi.