ATARDECE EN LA PLAZA DE LOS HOMBRES

Lóbregas postales de un atardecer donde el sol mancha con sus estigmas las alas del penitente.
Perjurando pero doliente, esta después de mil ayeres, alguien que alguna vez fue.
Un mundo en un grano de arena estalla en pedazos y los pecadores han de ser borrados por el halito del viento mientras un rayo viaja desde más allá.
Son esquirlas de pureza quienes cambian la percepción de las cosas.
Maravilloso es ese momento, dice el ángel condenado mientras hojas de un tiempo se retuercen a sus pasos.
Coronado de cenizas, un árbol escupe migajas de su interior mientras los no condenados bailan sabiéndose puros y castos cuando de repente el ocre azulado de la tarde deja entrever, poco a poco, los afilados dientes de la noche


AZM
MMV