La punta del acero penetraba lentamente el cuerpo, los labios junto al oído pronunciaban un grito sordo que se ahogaba en los dientes. El cabello se enredaba en la mano del asesino, que olía la piel de la victima, centímetro por centímetro, acariciaba cada rincón de su cuerpo moribundo, cuando callo al suelo con sus ojos abiertos y su blusa llena de sangre, el asesino se dio cuenta de su acto, tiro el cuchillo bajo el horror de la acción que se comete inconcientemente y se arrodillo junto a la hermosa muerte, lentamente abrió su blusa mientras la oscuridad abrazaba dos cuerpos que se camuflaban bajo el miedo, unos senos pequeños se asomaron al frío de la oscuridad, y con sus labios carnosos y llenos de calor hizo grandes circunferencias de saliva alrededor de los pezones de una muerte excitada, los ojos todavía abiertos miraban al infinito y con una mano camino por aquella carretera dibujada por unas piernas hermosas llegando a un sexo infinito y pecaminoso, la muerte desnuda bajo su mirada de asesino. Un ruido irrumpió en el lugar, una puerta se abría lentamente y la luz de una vela alumbraba la oscuridad ficticia, el asesino camino en puntas de pies y se escondió tras la puerta de aquella habitación, la luz se acercaba cargada por una sombra diminuta, de pronto el cielo crujió y con el ritmo de un relámpago el asesino tomo la pequeña sombra entre sus manos y apretó un cuello pequeño y frágil, la vela cae y de nuevo le da paso a la oscuridad, el pequeño cuello exhala su ultimo aliento, pero esta ves fue diferente, esta ves se encontró con los ojos de una verdad que gritaba por enzima de la oscuridad, por enzima del cielo, y por enzima del mismo asesino. No podía soportar ver los ojos de un sueño que decía vuelve, y mientras caía junto al pequeño cuerpo, el asesino despertaba de su transe. Un rayo de sol cruzaba la habitación y acariciaba la frente del poeta, abrió los ojos lentamente y sentía que su cuerpo pesaba como por dos personas. A su lado no estaba ella, aquella mujer que había inspirado sus mas grandes obras, aquella musa que con solo mirarlo a los ojos hacia que el poeta saliera de su cueva, se levanto y miro su cuerpo en ese gran espejo que se ubicaba frente a su cama, un cabello tupido y negro caía hasta su frente y una camiseta blanca dejaba prever un cuerpo delgado, sus manos eran largas y fuertes, y sus ojos que oscilaban entre un gris mate y un azul plata se hundían en un infinito inmortal. Bajo las escaleras lentamente esperando encontrar aquella voz que tanto amaba, pero en cambio se encontró con un cuerpo desnudo y apuñalado que describía la forma del sufrimiento, y junto a él, el cuerpo frágil de su hijo que miraba dentro de su propio mundo de muerte, la desesperación se apodero de su ser mientras abrazaba el cuerpo de su amada desnudo y envuelto en sangre. Se preguntaba porque, porque le habían quitado lo que más amaba. Sus ojos se llenaron de venganza, quería encontrar al asesino, quería devolver muerte con muerte, y mientras subía las escaleras en busca de su revolver, con el cual redimiría su amor, las manchas de un sueño nocturno llegaban ha su memoria, un cuchillo que atravesaba un cuerpo, y unas manos que apretaban el cuello de una pequeña verdad, de pronto reconoció los ojos de un asesino, tomo el revolver de su mesa de noche, y mientras observaba su reflejo en el espejo, y se deleitaba con los ojos de un psicópata desconocido, sintió el aire tibio que salía de su revolver y le acariciaba la frente, y pronto un estruendo majestuoso le ponía fin a una noche inolvidable.