Hubo una guerra en el cielo, aquel que conoció aquel lugar y resucitó al tercer día, decidió poner orden…
Quiso tener en sus filas a Aakthon y lo llamó, pero la tarea de aquel para ese demonio era otra, así que nada pudo hacer… decidió abandonarlo en Oprahis al parecer sin motivo alguno… el demonio destinado a dirigir las filas de los Ángeles, debió asumir su condición de sobreviviente en los desiertos…pero se reveló ante el sufrimiento, la agonía de no estar en las celestiales batallas lo consumidó y decidió suicidarse… lo hizo deseando que el cielo se viera perdiendo la batalla en pago por su abandono.
Los desiertos de Oprahis aun lloran la muerte de Aakthon, los ejércitos de Ángeles comentan y recriminan en silencio la decisión de aquel…
Pero Izharwik, el fiel aprendiz, convertido en demonio al empuñar la espada de su maestro para defender de los esbirros su sepultura y rescatar algunos pozos de agua; se convirtió en la esperanza de los desiertos…Aakthon muchas veces le dijo mirando al infinito… ¡no me mies así, dios me ha hecho para caer, y no sientas pena por mi!.....
El Joven demonio aun no sabe que en sus manos se ha depositado la esperanza de Oprahis, tiene el poder de destruir o liberar su universo, pero aun no lo sabe, se ha quedado solo ya que su maestro se ha ido, siente lo mismo que Aakthon cuando Gafhrel fue llamado a las batallas celestiales y lo abandonó en los desiertos.
Sus pesadillas de día son demasiadas, nublan sus poderes, lo agotan, sueña con Ángeles con atuendos de demonios creados por el abandono, ha olvidado como ver dentro de los ojos, ha olvidado como ver el futuro y todo se nubla, sabe que su vida no puede gastarse en batallas con engendros, su maestro no lo habría permitido…
Una noche sofocante, Izharwik decidió buscar sus dormidos poderes, por primera vez en siglos se detuvo a mirarse, detuvo el tiempo y se abandonó a ver en lo que se había convertido… gran sorpresa se llevó al ver que también conservaba las esferas de hielo en sus ojos, aquel hielo que su maestro usaba para ocultar sus lagrimas cuando se derretía, también supo por que podía empuñar con maestría la espada de Aakthon, y se sorprendió al ver su fuerza… las batallas con los esbirros eran demasiado feroces para que alguien pudiese resistirlas, pero el siempre podía sobrevivir sin dejar a ninguno con vida…
Izharwik tuvo la suerte de ser el aprendiz de Aakthon, el gran demonio destinado a dirigir los ejércitos del cielo, pero abandonado por aquel… el joven demonio, ataviado con su manto oscuro, ocultaba sus brillantes ojos tras las esferas de hielo, empuñaba la eterna espada de su maestro… su piel blanca jamás se dejaba tocar por los soles de Oprahis… a pesar de sus heridas, una piel suave cubría su cuerpo, ¡su piel!, que al momento de cargar el despedazado cuerpo de Aakthon se cubrió con su sangre… y la sangre hizo su trabajo, Izharwik todavía conserva la eterna marca de las sirenas de su maestro… el todavía no lo sabe, pero aquella marca en su piel, probablemente marcará sus últimos días en otras batallas lejos de Oprahis…..
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