Querida Tere:
La verdad que te escribo para sacarme la mufa que tengo encima.
Yo no sé si me pasa a mí sola o qué, pero que me pasa, me pasa.
¿Viste que el martes fue el día de la primavera?
Bueno, resulta que estaba de lo mas entretenida plumereando la vitrinita del comedor, cuando se me viene el Néstor, me abraza de atrás como un pulpo y me dice despacito en la orejita, como romántico ¿viste?
- Negra, querés que recordemos viejos tiempos y nos vayamos a Carcarañá los dos solitos?
- |Salí viejo, pueden venir los chicos! Respondi sin ofrecer resistencia
A mí me dá no sé qué dejar a los chicos solos porque yo tengo alma de madre qué querés que te diga, pero al fin de cuentas ellos hacen su vida y yo termino quedándome sola en casa como una tonta. Pero no lo pensé mucho y le dije
- Dale viejo, espereme un cachito que voy hasta el supermercado.
Compré pebetes, mortadela, queso y dulce de membrillo para hacer unos sanguchitos con unas criollitas que tenía en casa. Compré bananas y una docena de facturas para la tarde. Por supuesto que no me olvidé del equipo de mate y de los termos, uno con agua caliente y otro con jugo bien fresquito. En fin, no faltaba nada y todo pintaba que íbamos a pasar un día espectacular porque amaneció con un sol tan radiante que no lo podía creer. Vos viste que para la primavera siempre llueve, bueno, el martes estaba bárbaro, ni una nubecita que amenace chaparrón.
Hasta el toca-toca llevamos, así todo era a la antigua. Teníamos discos de Palito Ortega, de Yaco Monti, Leo Dan, Heleno, ¿te acordás de Heleno? Ese pelado que decía “iba yo cantando vidrieras mirando laralaralara cuando te vi, la miré a los ojos le dije sonriendo qué chica más linda que venden aquí”. Creo que sólo esa sabía cantar.
Bueno, todo empezó cuando subimos al auto. El Néstor que quiere encender el motor y el desgraciado que se ahoga; y el Néstor dale con el arranque y el auto dale que nada. ¡Empujá Negra!. Me decía.
Y yo, que querés, con mis 54 ya estoy bastante destartalada, trataba de ayudarle como podía a hacer arrancar el bendito 3CV (desde el 72 que viene diciendo que va a cambiar esa catramina insoportable).
Por fin arrancó. No habremos hecho ni unas diez cuadras que se para de nuevo y yo vuelta a empujar, así hasta que llegamos a la Plaza Sarmiento donde no quiso mas Lola; entonces bajamos los bolsos y esperamos un ómnibus que nos llevara a destino.
Yo no sé qué miró el Néstor pero resulta que nos tomamos el 9 de Julio que en lugar de llevarnos a Carcarañá nos dejó en el Control de Granadero Baigorria, recien ahí nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado.
Nos paramos entonces en la Circunvalación tratando de hacer dedo para que alguien nos llevara pero nadie nos daba bolilla. Yo que quería hacer el pic nic ahí nomás, en el césped y el Néstor que se había encaprichado con ir a Carcarañá.
A todo esto ya eran como las dos de la tarde y yo tenía un hambre que me moría, así que, Tere, empecé a sacar las facturas que tenía en el bolsito.
Como a las dos y media, mientras nosotros seguíamos caminando al costado de la ruta, pasó un colectivo con un cartel que decía A CARCARAÑÁ.
El Néstor empezó a hacerle señas como el penado 14 y paró.
-¡Acá no hay parada, maestro!- le dijo el conductor- pero déle, suban que los llevo.
Los colectiveros son siempre gauchos ¿viste?.Y ahí subimos con las piernas reventadas y los brazos acalambrados por los bolsos.
El colectivo iba lleno hasta la manija con chicos de secundaria que cantaban a los gritos esas canciones de los pibes chorros.
- Má síyo pongo el toca-toca. - dijo el Néstor.
Sabés como es de porfiado y ahí nomás le metió yo tengo fé y cuando los chicos se dieron cuenta de que el que cantaba era Palito Ortega, nos querían bajar del micro para lincharnos.
A eso de las cuatro por fin y gracias a Dios llegamos a Carcarañá muertos de cansancio y con un hambre que ni te cuento.
Nos ubicamos bajo un arbolito para preparar los sánguches.
Te cuento la mortadela y el queso eran una sola pasta imposible de separar y el jugo estaba horrible de caliente, parecía un caldo de naranjas.
– Comamos las frutas y los sanguchitos de dulce y nos tamamos unos matecitos.
- dijo el Néstor cuando me vio la cara. |Pobre! Para darme ánimo ¿viste?
Las bananas estaban negras, el agua fria, porque se rompió la gomita de la tapa del termo y el dulce de membrillo se había llenado de hormigas. ¿Será de cuando estuvimos esperando en la Circunvalación?.ah y al toca-toca se le acabaron las pilas.
Bueno Tere, qué querés ché, para mí fue un día de miércoles, porque al final terminamos comiendo galletitas de agua. De golpe unos nubarrones empezaron a oscurecer el cielo y se largó una lluvia que para qué te digo. La vuelta a casa fue un calvario. Menos mal que cuando llegamos, hechos sopa por supuesto, los chicos no estaban. Seguro que de apurados por irse a festejar la primavera ni se fijaron que les había dejado unas milanesas en el horno. Bueno Tere no quiero ser injusta, no terminó tan mal. Nos secamos, nos cambiamos y nos comimos las milanesas con una ensaladita mixta, un manjar che. Eso sí, acompañadas con unas copitas de tinto, que tenemos para las grandes ocasiones. Puse en el tocadiscos “fiebre de primavera”, ¿te acordas de la pelicula con la Violeta Rivas? y nos pusimos a bailar. Desde temprano que el Néstor estaba como mimoso¿viste?, bueno Tere, yo también vos sabes cómo son estas cosas. Realmente tuvimos una noche de primavera hermosa.
Ahora yo pregunto ¿me querés decir para qué uno quiere festejar la primavera si ya se sabe que siempre llueve?.
Che Tere, ¿por qué no se vienen el domingo y comemos un asadito en la terraza de casa? De paso tu marido que sabe de mecánica le da una mano al Néstor para arreglar el Citroen. A la tarde nos tomamos unos mates en la Circunvalación. ¿te parece Tere?
ahhhh, traé las faturas mi amor.
Yolanda |