Por la noche se las ve siempre juntas
una viste de blanco, la otra no,
se podría decir que son inseparables.

Una de ellas cuenta que si pasan
varios días sin estar con su amiga,
la extraña y no puede dormir bien.

Compartieron proyectos, sueños,
el amor y el llanto ante la partida
definitiva de amigos y familiares.

Lo más triste que les sucedió fue
la lectura de aquella carta, llegó
una tarde desapacible de invierno.

Al abrirla no imaginaban tal noticia,
ambas quedaron más heladas que
el viento del sur que afuera soplaba.

El llanto de una caía sobre la otra que
estaba muy quieta y no decía palabra,
pero compartía el mismo sentimiento.

Muchos días ese sobre blanco quedó
en custodia de una de ellas, los otros
no debían enterarse ¿para qué...?

El conocer lo que esa carta decía
los habría herido y nada podrían
remediar, la decisión estaba tomada.

Con los años la tristeza fue pasando
pero todavía continúan apoyándose,
una mujer y su confidente almohada.