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los nimboestudios comenzaron con el aguijón de alacrán en forma de nube destrozada por la nave mayor de stratus. salidas neones esperando en la última salida. el desierto cubre los rastros de alguna sombra de limpieza. las horas son ignoradas por los maleficios que se ocultan en esa especie de amnesia en el desierto. los cúmulos no se acumulan en el mapa, los neoacontecimientos susurran un rato y luego se desvanecen cuando algún auto pasa rápidamente sobre el macadán.
la lluvia no sucede ya que nadie se da cuenta de ella. los segundos se estrellan velozmente sobre un platillo, la escarcha cae en un acorde, los rayos del sol queman sobre algún bajo cuervo. la soledad no existe. nadie existe. el eco es un rumor, y los sujetos son esos rumores.
Llegó del norte. se observaba que había estado caminando por días. el cabello no tiritaba con el aire, se había convertido en algo seco y sin alma. cicatrices iluminaban más el rostro que sus ojos color ámbar. el guerrero tampoco sonreía. Se detuvo en la única banca en medio del desierto. retiró un cigarrillo de su bolsillo izquierdo, prendió un cerillo, y el viento se lo apagó antes de poder utilizarlo. tomó otro cerillo y ocurrió lo mismo. parecía prohibido fumar en ese territorio. tomó la caja de cerillos y levantó su brazo derecho para evitar alguna corriente. prendió su cigarrillo y miró de frente, retador. la autopista no respiraba. no se observaban señales de vida en ninguna parte. descansó sus pies en el extremo sobrante de la banca, se terminó su cigarro, y entrecerró sus ojos.
la noche cubrió de espantapájaros los cielos. el sonido de un vehículo se escuchaba acercándose. el hombre, abrió sus ojos y volteó a ver a los dos lados. una luz a lo lejano se anunciaba cada vez más. el tramo se iba reduciendo y los faros del automóvil se engrandecían a cada momento. el hombre se levantó, y caminó hacia la autopista. el vehículo ya estaba a menos de 300 metros. se adentró a los carriles y esperó, camuflajeado por la no existencia de algo en esas partículas de zona. el conductor únicamente veía un frente despejado.
250 mts.
200 mts.
100 mts.
un eco.
una persona dentro del automóvil descendió. las luces traseras continuaban prendidas. se adentró al desierto, y orinó. tenía que ir al baño urgentemente. terminó su necesidad y regresó al auto. se cerró la puerta del copiloto, y se perdió la nave en la distancia.
la vida no sucede si no existe alguien para sucederla. en ese tramo de error, el pulso deja de palpitar y lo convierte en no real. nada ni nadie sucede en la última estación con amnesia. no hay aliento. nadie existe. el eco es un rumor, y los sujetos son esos rumores.
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Texto agregado el 17-01-2008, y leído por 84
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Lectores Opinan |
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21-01-2008 |
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Buenísimo.- lleno de juegos de palabras interesantísimos y recursos fantásticos. Otro cuento tuyo muy bien manejado: felicidades. elVinuezanoexiste |
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