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estoy en casa de mi madre, hace ya mas de veinte años y no sé por qué no me voy, quizá sea porque ella es una anciana y yo no soy bueno mas que para dormir y joderme la salud... debe de ser así, pero no me conformo, me gustaría ser diferente, ser famoso, lleno de dinero y mucha salud y tiempo, mucho tiempo para realizar todos mis anhelos, pero, ya sé que todo no es mas que un sueño moribundo, un sueño de un hombre que ha vivido a medias, es decir, jamás terminó lo que comenzaba. perdonen mi sinceridad pero a estas alturas de la vida qué importa decir lo que se siente y lo que se es, no importa mas que a mí mismo... ya lo sé, pueden dejar de leer esto que me parece algo tan tonto como la imagen que tengo cuando me miro al espejo cada mañana cuando salgo rumbo hacia el trabajo.

la otra vez un compañero de trabajo llegó al taller y vino por lo menos con 10 kilos menos de peso, canoso, y enfermo de todo. le pregunté qué le pasaba. me contó que su madre había muerto y que eso era lo único en el mundo que tenía y ya no estaba mas, y que su vida era un abismo terrible... pero, si sigues así ¡hasta tu madre va a venir a zarandearte para que te cuides!. asintió y dijo que se iba a cuidar. trabajamos todo el día y a eso del medio día, lo vi tan mal, gimiendo, saliendo al baño, mirando al vacío, poniéndose las manos en la cara y lanzando un grito mudo que escuchaba desde el fondo de sus retinas... iba a abrazarle pero no pude, no podía hacer algo que ni siquiera en sueños lo haría. me paré y lo dejé solo. al rato hablé con el dueño del taller y le conté lo sucedido con mi compañero. lo llamó y le dijo que se fuera a descansar. le vi salir y sentí que era un muerto siendo arrastrado por dos patas que eran como ramas secas, una escoba, crujiendo y a punto de quebrarse... seguí laborando hasta que terminó el día, quedándome un feo sentimiento de mi vida y la de los demás...

salí rumbo a casa y entré. vi a mi madre y le iba a contar todo lo de aquel muchacho pero no pude, mejor la dejé cenando y hablando no sé con quién... le besé la frente y le di las buenas noches. la dejé sentada y subí hacia mi cuarto. entré y no sabía qué hacer, si seguir en la misma cotidianidad, es decir, pensar en algo diferente, mirar la TV, limpiar el cuarto, mirar los libros, leer, etc, etc... o cambiarlo todo por algo que en mi vida valga la pena, pero qué... vi mi cama y supe que podía escapar de todo. apagué las luces y me tiré en la cama. dormí como siempre y tuve sueños, fui un hombre feliz de a pocos y un poco libre porque escogía el camino sin consultar con nada ni nadie.... sabía que así, jamás podría saber ni entender mas de lo que no sabía en un futuro lleno de sombras, esperándome, susurrándome que hiciera algo diferente, pero, yo sabía que cada día, segundo, instante, ya era diferente...



san isidro, enero del 2007

Texto agregado el 17-01-2008, y leído por 259 visitantes. (0 votos)


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