“Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario...” (Pablo Neruda)
Dejó su bolso junto al paredón, donde el frío se resumía en ese esqueleto tembloroso. Tras las rejas, pequeñas casas sin tejados lo aguardaban. Indeciso volvió a mirar atrás inhalando una bocanada del paisaje, para luego traspasar los muros de esa eternidad...
Entretanto, otro cuerpo era llevado a los recintos de la morgue...