La carta

Cómo escribir cuando todos o casi todos han muerto. Cuando el amor se ha ido o se ha dejado en manos ajenas. No, no diré una palabra acerca de la luna. Si he traicionado esa virginitud plúmbea de besos y busco tus besos como un rosario de satisfacciones tardías.
Veo la carne de tu cuerpo en clientes ajenos y en cada uno dejo un rastro de amor: porque las putas también se enamoran y lo hacen de un modo armonioso. No preguntes mi nombre, lo he olvidado así como se olvida un paraguas roto o un mal poema. Sé que estas y que en algún instante estarás leyéndome las pústulas de mis días y que no serán distintos a los tuyos. Una ciudad cualquiera, un nombre desconocido, un cuerpo nuevo: adjetivos vacíos que se estallan contra el tiempo. Recibí tu misiva, mas no me busques: no existo ya desde que nos separamos. Mi llanto escribe el poema que no nos atrevemos a traspasar. La dicha tiene su precio. Aunque si lo pienso en ella no me pediste que me quedara a tu lado como un gato enfermo, que maúlla tu nombre mil veces. No me pediste. Porque si lo pronunciaras dejaría todo para estar de nuevo dentro tuyo, como un lánguido silencio que no termina.Y le llamábamos dicha:¿aún lo recuerdas?...