Tal vez nunca sospeches cuanto fue lo que realmente llegaste a enamorarlo, de algún modo crees saberlo, quizas te gustaría que, de alguna forma, todo volviera a ser como antes, él podría estar conciente de ello, o tener por lo menos una leve sospecha, una de esas que se confunden con un deseo que no podemos reprimir, cuando al pasar a tu lado siente que el beso en la mejilla con que lo saludas tiene un dejo más de intensidad que anteayer, cuando al mirarte a los ojos descubre un leve destello de anhelo, fugaz como un cometa, quizás hasta imaginas que una tarde, en un pasillo solitario, tenuemente iluminado por el ocaso, se encuentren, ya sea por casualidad, ya por premeditación, quién sabe, verse desde lejos y avanzar hasta quedar frente a frente y, sin pensarlo mucho, simplemente dejando sus deseos e instintos libres por un momento, entrelazar sus dedos lentamente, permitir que sus mejillas se acaricien la una a la otra mientras él busca tu cuello y tu aroma, tus manos escapando suavemente de las suyas ahora comienzan a explorar su espalda, recorriendola centimetro a centimetro, detalle a detalle, un leve roce de los labios mientras tu boca se entreabre asomando el blanco de tus dientes, los corazones palpitando enloquecidos, las respiraciones entrecortadas por el deleite del trofeo finalmente conseguido, el deseo de prolongar ese momento lo más posible, otro roce de labios y el primer encuentro de sus lenguas mientras sus cuerpos se juntan por la fuerza de un abrazo largamente esperado, los minutos brevísimos que se interrumpen al recordar que no se hace lo correcto, los ojos que no quieren abrirse, los labios que a su pesar se separan, pese a los suaves mordiscos con que intentan evitarlo, se escapan, junto con el aliento cargado de una mezcla de placer, culpa y deseo, la mirada entre asustada y enamorada, el rubor en las mejillas, la mirada que bajas al suelo recorriendo su figura, el paso que dan buscando alejarse, el beso en la mejilla que se hace eterno y que sin mucha convicción busca dejar en claro que lo que acaba de pasar entre ustedes se queda en ese pasillo, las manos que lentamente dejas ir sin que sepas exactamente como fue que terminaron entrelazadas nuevamente y finalmente cada uno avanzando en direcciones opuestas sin atreverse a mirar atras, buscando un vestigio de lo que recien pasó, un olor en la ropa, una sensación en los labios, la sonrisa embobada que vez en tu cara al pasar al baño para mirarte al espejo, luego el viaje a casa en metro, el remordimiento, la certeza de que pese a lo incorrecto de la conducta, besarla se sintió inigualablemente placentero, el plato de comida frente a ti, la inapetencia, la desconcentración frente a los apuntes de cátedra y el mirar las fotos en que él aparece, tendida en la cama. No, nunca sospecharás cuanto fue lo que llegó a desearte, a que reposares en sus brazos no ya como una simple amiga, sino que como una amante, por su parte él nunca sabrá qué fue realmente para ti, cual fue el significado de aquellas miradas, aquellos gestos o aquellos roces que los hicieron sonreir, ambos se quedan con la incertidumbre de no saber si la relación entre ustedes pudo o no haber resultado, si hubieran logrado algo juntos o no, se quedan simplemente con suposiciones más o menos fundadas, sólo algunas palabras suyas y un abrazo tuyo. Eso es todo lo que hay, de todo lo que pudo ser.
F. |