Había una vez una gatita que vivía con dos hermanitas, llamadas Vicky y Solana.
Era una hermosa gata siamés que tenía pocos meses cuando llegó a la casa de las nenas.
La gatita dormía profundamente en el sillón de la casa.
Así pasaba largas horas en un profundo sueño.
Vicky y Solana le habían puesto un nombre: Any.
Any se paseaba por todos los rincones de la casa haciendo ruido con el cascabel que le habían regalado.
Por las noches, los papás de las hermanitas dejaban a Any en la cocina, porque sino la dulce gatita no dejaba dormir a las niñas.
Any entonces se quejaba: Miauuuuuuuuuu, Miauuuuuu, repetía la gatita.
A la mañana temprano el Papá se iba a trabajar y Any aprovechaba para ir a despertar a las niñas y a la Mamá.
Slaap, Slaap, Slaap, dulcemente Any lamía las mejillas de sus pequeñas dueñas.
Any también aprovechaba la siesta de Solana para dormir un rato en el sofá.
Un día llegó el momento de vacunar a Any, la gatita temblaba al salir a la calle, por eso Vicky y Solana la llevaron en una canasta.
Any miraba sorprendida los autos y la gente que pasaba por la calle.
Cuando Any vió a la veterinaria, se quería escapar por cualquier lado, pero la doctora la tomó dulcemente entre sus brazos y entre mimos y caricias la pudo vacunar.
Las pequeñas dueñas de Any no podian mirar en ese momento pero sabian que lo mejor para su amiga era vacunarse y asi estaría protegida.
A los pocos meses Any comenzó a jugar con las hermanitas, jugaban a las escondidas y con pequeñas pelotitas de juguete.
“Los siameses son los gatos más parecidos a los perros a la hora de jugar” les había dicho la veterinaria.
Y asi fue...................
Any estaba creciendo, y sus afiladas uñas comenzaban a rasgar las cortinas, la funda del sillón, las medias y todo lo que se le pusiera adelante.
Mamá la retaba pero la gatita seguía jugando sin hacer caso, se trepaba por los sillones, en las camas y en las sillas y hasta ocupaba el coche de Solana.
Any generalmente visitaba a los vecinos a través de la ventana de la cocina, hasta que el papá de las hermanitas compró una reja para que no lo haga más.
Any creció mucho, siempre con su rutina: durmiendo profundamente en el sillón, andando por los rincones con su cascabel, se sigue quejando a la noche, a la mañana nos lame las mejillas, sigue haciendo lo mismo con su veterinaria, sigue jugando con nosotras y sigue rompiendo cosas (sobre todo las medias del colegio de Vicky y Solana).
Anyyyyyy!!!! Cuidado!!!!!!........... CRASHH!!.....
Ahora Vicky y Solana están enseñando a Any que debe portarse bien y no romper las cosas para vivir juntas felices para siempre.
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