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"Aquí estoy, solo para vos... aunque no me veas, aunque no notes mi presencia, aquí estoy... En cada momento en el que me necesites, cada vez que te sientas solo, siempre que quieras mi compañía, contarás conmigo...
No me pidas que cambie, pues lo más importante que tengo soy yo misma... no te asustes por mis sentimientos, ya que solo yo me haré cargo de ellos... nunca te reclamaré que me correspondas, ni ser el centro de tus pensamientos... sólo dejame ser yo misma...
Cada vez que necesites un abrazo, ven, abrázame y dímelo...
Yo siempre estaré aquí..."

De pronto sonó el portero. Ella cerró su libro rápidamente, dejando su escritura a medio terminar. Desde el día en que descubrió sus sentimientos hacía él, escribe un texto, ya que no se anima a decirselo en persona.
- ¿Quién es?- preguntó
- Yo... ¿se puede?-
- Si... Ya voy... Esperame- Cuelga y baja las escaleras mientras trata de calmar su alegría, si bien se emocionaba cada vez que él venía a verla, trataba de no mostrar sus sentimientos, pues estaba convencida de que si lo hacía él dejaría de visitarla. Llega a la puerta de calle luego de recorrer el pasillo que sigue a las escaleras,- ¡Hola! ¿Cómo estás?- Le dice mientras se acerca y le da un beso... Su corazón late más rápido, su respiración se agita, trata de disimular aunque cada vez se torne más difícil, "el no puede saberlo", piensa.
- Hola, muy bien por suerte... ¿Vos? ¿Cómo estas?
- Bien... Pasá- Se hace a un lado y permite que entre al pasillo.
Los dos caminan, él la abraza y le da un beso, siguen caminando, suben las escaleras. Al llegar a la puerta de la casa ambos se transforman.
Se besan, se abrazan, se tocan... Cada vez más desesperados, se confunden el uno con el otro. Ella abre la puerta casi sin mirar y los dos entran de esa forma al departamento.
Cuando todo pasa, se duermen.
A media noche ella se levanta, vuelve a su libro, luego de asegurarse que él está dormido y que el movimiento producido cuando se levantó no haya podido incomodarlo. Lo mira. Suspira. Abre su libro y comienza una nueva escritura, dejando sin terminar lo que ya había escrito:

"Te amo! No sabés cuánto! Pero no te lo voy a decir. Descubrilo! Quereme! No quiero que sólo me desees! Quiero que por un momento me mires, me observes, descubras mis capacidades, mis defectos, hables conmigo... Te amo, pero no podes saberlo si no estás interesado...
A veces quisiera que me quieras tanto como yo a vos... Pero si para amarte y tenerte a mi lado sólo basta con no decirlo, pues soporto el dolor que me produce y te espero hasta el día en que o sientas algo por mí, o dejes de estar interesado y te alejes... Yo solo te esperaré"

Se vuelve hacia él, lo mira nuevamente. Cierra el libro, lo esconde donde siempre y se dirige a la cama para acostarse a su lado. Él no se ha dado cuenta de lo sucedido. La abraza y siguen durmiendo.
Apenas amanece ambos despiertan, hablan un momento y comienzan a vestirse. Van hasta la puerta, se despiden con un beso. Ella se da vuelta y se dirige hacia su departamento, feliz, cansada, en plena melancolía, pues él se acaba de marchar como siempre; llega y se va a descansar.
Él la despide y comienza a caminar, da tres pasos, se da vuelta y mira la puerta cerrada... Otra vez a perdido la oportunidad de decirle cuánto la ama. Camina hacia su casa.

Texto agregado el 14-01-2008, y leído por 71 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
14-01-2008 Es un bonito texto, lleno de esa melancolía que es la vida en ocaciones, cuando no hay reparos, cuando la vida no se deja descubrir quizá... saludos ebrier_
 
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