EL NENE DE OJOS DOS Y LA HUESPED

(la prolijita)



La muerte entra rezongando en distintos dialectos.
Abre todas las puertas, portones y puertitas que existen en la casa y las cierra dando un sonoro y sinfónico portazo para llamar la atención del nene que no está haciendo nada porque es la hora en que se dedica a no hacer nada.
- estás interrumpiendo el tiempo que me corresponde...¿Y sabés que hago con los que me interrumpen?- El nene amenazando.
- ¿No, que hacés?
La muerte con una valentia poco vista.
- Les pregunto que quieren...¿qué querés?
- Queria decirte que salí a la calle para hacer mi trabajo habitual...mi digno trabajo habitual- remarca esta frase con el dedo en alto- de dejar a las personas sin vidas ni sueños ¿y con qué me encuentro al mirar hacia abajo...eh...con qué, preguntáme?
El nene pregunta con cara de preguntar ¿con qué?
- ¡¡Me encuentro- levanta más el dedo- con los cordónes de las zapatillas cambiados. El cordón derecho en la izquierda y el izquierdo en la derecha y creo saber quién fué!!! ¡¡¡CRUZ DIABLO HEREJE!!!
La muerte totalmente desaliñada y miostrando su costado más horrendo.
- ¡Bajá un cambio pavota. En vez de mirar los cordónes cambiados porque no le prestás atención a las zapatillas que están blanquitas como las nubes ya que les pasé tiza de color algodón!
La muerte se queda muda con el dedo aún levantado. Mira de reojo hacia abajo y lo confirma.
Baja el dedo y la cabeza y la bronca.
Ahora cada vez que sale a la calle se las cubre con bolsas de polietileno de color carbón.