Ya hacía un largo tiempo que a Adán, lo había desalojado el Creador del Jardín del Edén, y seguía sentido con Dios. Le parecía que con él se ensañaron los ángeles custodios, ya que no le permitieron ni siquiera sacar su hojita de parra.
Uff y el tormento diario de ahora era mil veces peor. Eva estaba insufrible y el estaba sumamente cansado. Ya veremos el porque.
La chispeante mujer, juguetona y despreocupada que conoció en el Edén se había convertido en una mujerota, mandona, gritona, habladora, de esas que no paran ni siquiera para respirar, que le decía como en un rosario
--Hombre sin aspiraciones, sin deseos de superación, como no estudiaste alguna carrera universitaria y por último de taxista, bla..bla..bla
Y para más remate en las noches, llena de cachirulos en la cabeza y para dormir se ponía una especie de antifaz, rezongando que era para que no la molestara alguna luz, que la hiciera desvelarse.
En los primeros tiempos de su venida a la tierra él era su héroe. Ambos habían construido la media agua llamada casa, justo para ellos dos. Eva siempre le decía – Adancito ¿Puedes arreglarme el desagüe del retrete? o amor hay que apilar leña para el calefón ya que tu sabes que me baño todos los días para desperezarme. La puerta se le soltó un gozne o tráeme verduras del huerto (No orto) Adancito aquí..Adancito allá Bla..Bla Bla…
Y allá iba Adán, en ese tiempo con cara feliz ya que habían inventado los primeros meses de matrimonio.
Habían pasado trescientos años y el pobre Adán cada día más flaco y ojeroso. Claro que Dios les había dicho- - ¡Creced y multiplicaos! y ahí comenzó el problema. A Eva en todos esos años no se le habían terminado las ganas y es así como al pobre Adán, lo pescaba en el retrete, en la cocina, en la huerta y la más de las veces en la cama y en todas tenía que darle en el gusto, con todo. Bueno ya tenían más de cien chiquillos y la cosa no tenía para cuando terminarse.
Adán se fue al fondo de la huerta y llamando a Dios le dijo: Señor Señor
¿En que quedamos, era Eva la castigada, sí? ¿Y porqué me siento como si yo lo fuera? Escúchame Dios….
Tu dijiste: ¡Ganaras tu pan con el sudor de tu frente! y yo me dije, esta bien en cuanto a trabajar. Pero hay un pero…¿Y que pasa con lo de Eva?
Tu sabes…esteee..lo de hacerlo a cada momento..Si tengo que ganarme el pan, no me da el cuerpo para tanto esfuerzo-
Mmmmm dijo Dios lo arreglamos de inmediato..Ella tendrá un tiempo fértil
y después no habrá mas deseos. Todo se calmará, ya veras y Adán se fue contento chuteando piedritas.
No bien había llegado a la cocina cuando se le echó Eva encima y con voz ardiente le dijo en la oreja, - Llegaste majo.. y ahí comenzó todo otra vez. Bueno pensó Adán, ya surtirá efecto y se rindió con cara de sufrimiento. Total pensó para esto estamos en este mundo. Y dale y dale con el jueguito.
Claro con tiempo se le termino la fertilidad. Adán se dijo ¡Al Fin! Pero todo se vino al suelo, cuando Eva le dijo. ¿Sabes? ahora me siento más liberada sabiendo que no voy a quedar en cinta. Así que en las noches serás todo mío. Adán..Adán ¿Qué te pasa? El pobre se había desmayado.
Caín su hijo primogénito le había salido trabajador, esforzado, lleno de vitalidad y le ayudaba a arreglar y administrar el fundo y la casota que tenían. Mientras que Abel, se andaba por ahí, con una flor en la oreja y tocando la lira declamando versos de poesía.
Adán siempre le decía – déjate de esa lesera de escribir, mira todos esos se mueren de hambre y más esos que escriben poemas. Nada ya que apenas lo regañaba su padre aparecía Eva – Deja al niño tranquilo, ¿No vez que tiene cara de cansado? Y Caín le dio tan fuerte en la testa, que el primer poeta sencillamente no alcanzó a ganar ni un peso.
Otra vez Adán se fue al fondo ya no de su huerta, sino al fondo del fundo y llamó al Hacedor.
¿Qué hay? Díjole el Señor… Bueno habló Adán, ya van mas de cien chiquillos y no para el asunto, las ganas le siguen igual..Mmmm dijo Dios – Te olvidas que yo dije ¿Creced y multiplicaos? Siii dijo Adán. Bueno dijo Dios entonces ¡Has tu trabajo! Esta vez volvió pero no chuteó piedritas.
Y ahí estamos los hombres catalogados por las mujeres. Algunos como superhombres bien dotados y los más como esforzados y agotados trabajadores casi ya sin ganas, buscando sustitutos farmacéuticos para no quedar en ridículo.
Nomade…pensando el porque se fue al desierto
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