El texto siguiente se puede leer de varias maneras, la primera es en orden descendente, la segunda con el orden que indican los números superiores entre paréntesis, donde se dice el capítulo y el párrafo, y la tercera es por separado. Pueden ser tres historias o sólo una, pueden ser tres finales o pueden ser el punto medio de la historia completa o puede ser un círculo…
VUELO SIN FIN
(0.0)
Caíste y no pude paralizarte, no sé cómo pude ser tan idiota y dejarte sola en tu viaje, no sé por qué preferí unas calles vacías, en busca de nada, en vez de una vida contigo, ahora no puedo quitar de mi mente, ni con ese etílico consuelo, tu imagen en el aire, no puedo olvidar la tristeza en tus ojos al caer; no era miedo, como lo tendría la mayoría, no era ese pánico interminable de caer y no volver a levantarse, era dolor por la vida, una repugnancia a ese estremecimiento de afecto; y hoy entre náuseas, vómito, cigarro, tequila, vodka, whisky o cualquier bebida con alcohol, no logro despertar de la pesadilla, no puedo regresar de este viaje, no puedo hacer un trato con cronos, ni siquiera consigo pensar en esta casa. Me oxido en el recuerdo trágico de tu vuelo…
(1.1)
Diez meses de terapia y no parece que haya mejoría, no sé si pueda ser por decisión tuya, pero tu cara no refleja impresiones positivas, no hay ninguna gesticulación que haga notar vida, y la verdad, no sé si hubiera sido preferible tu muerte, porque verte postrada inerte y con ese recelo con el que me ves, con esa mirada llena de rabia que se desborda en cada lágrima nocturna que brota de tus ojos…
(2.1)
Los rezos no sanan nada, ahora que he orado en estos dos días más de lo que en toda mi vida, me doy cuenta de que no aminoran el dolor que siento, me percato de que ese sentimiento de culpa no se va con cada ave maría, siento, por el contrario, que el ave maría picotea mis ojos cual cuervo queriendo devorarlos, que el ave maría se alimenta de mi corazón como los buitres devoran y arrebatan a su presa, que cada padre nuestro se convierte en padrastro de esta pena, la lacera, la tortura y la hace más fuerte con cada golpe de ese látigo celestial del remordimiento.
No ha servido de nada esa misa oficiada en tu honor, no ha servido para mitigar el dolor, ya son cuatro veces que me he confesado y he llorado cual Magdalena, pero cada lágrima duele más, en el desahogo se encuentra el mayor dolor, y sólo me he dado cuenta de que tu descanso no se encuentra en la religión, porque me tortura su ideología, me hace sentir criminal, me hace sentir un canalla, me hace sentir que no merezco la muerte, que la muerte es mucho descanso para mi alma que tiene que purgar por un vuelo sin fin…
(3.1)
Con la cara bañada en sudor me desperté, no podía respirar me parecía una tarea insostenible, me asfixiaba por ese sueño tan perverso de ver el vuelo más espantoso que jamás haya podido imaginar, tu vuelo del balcón, no podía soportar el hecho de ver tu figura caer desvanecida ineludiblemente hacia el asfalto de la calle, me resultaba perturbador el hecho de ver tu cabeza bañada en sangre, tus piernas quebradas al estrellarse con el piso, tus manos casi deshechas y tu última exhalación de sangre era el despertar intempestivo.
El verte en la cama dormida con tanta tranquilidad tan impávida, tan pura en tu esplendor, me hizo volver el color a la cara e hizo que se iluminara mi vida después de aquel sueño funesto donde la irrevocable y trágica muerte te acechaba…
(1.2)
Día tras día era más pesado, era muy difícil cargar con tu desánimo, con ese pesimismo que inundaba tu inerte cuerpo, creo que era lo que no dejaba que te movieras, era la causa que impedía una reconciliación con la vida, era ese pesar el que alimentaba a ese monstruo dentro de ti llamado rabia.
La semana se me hacía eterna, prefería estar en el trabajo que quedarme en casa, aunque estuviera pensando en la parte de responsabilidad que yo tenía en tu desgracia, pero prefería pensar solamente en eso a ver tu cara que irradiaba miedo y odio hacia lo que yo representaba, una de las motivaciones del vuelo imperioso…
El ambiente no era el de un hogar, parecía que estaba en una mazmorra de tortura en la que cada expresión tuya simulaba una gota de agua salinizada que cae de la estalactita de la gruta, era suplicio diario, constante, incesante, era sentir todo ese rencor reprimido en dos cristales llenos de furia, tus ojos azules…
(2.2)
La gota constante de la llave del lavamanos del baño, es mi única compañía, no la he reparado por no sentir la inmensa soledad abrumando mis días, mis noches, mis pasos taciturnos deambulando por la casa, que se ha vuelto el único espacio en esta semivida, no salgo por no sentirme solo entre tanta gente, prefiero la soledad absoluta, esa gente que al final de cuentas está sola también, se acompañan los cuerpos, comparten espacios y momentos, mas no vidas, no comparten almas, sólo cuerpos vacíos, cosas y fenómenos únicamente posibles en este animal “pensante”, ni los lobos que son tan solitarios suelen compartir espacio si a su vez no comparten vida. Ahora que me he convertido en un anacoreta misántropo, que se desprecia a sí mismo, pero que a la vez le teme a la memoria misma, a esa caja de cartón que guarda fielmente los recuerdos agradables y los desagradables también, que refleja cual espejo lo que somos, pero que al igual que ese espejo sólo se ve lo que conviene o lo que la situación emocional exige…
(3.2)
La huella en la alfombra de la casa, era el reflejo de que la realidad era menos cruel, que en efecto los problemas continuaban, sin embargo no eran ni la mínima parte de graves que lo que sucedió en esa terrible escena soñada, que, aunque ya era parte del pasado, seguía inquietando mi camino por la casa en pos del desayuno.
Pudo no ser sólo una pesadilla terminada, quizás era un deja-voo que anunciaba lo que esa noche podría ocurrir, pudo haber sido una ineludible señal del fatídico destino que esperaba, pudo haber sido un aviso para actuar pronto y cambiar nuestro sino de manera tajante, o solamente pudo haber sido esa preparación para que la escena siguiente no me tomara por sorpresa y pudiera sobrellevarla hasta la muerte que, en ese momento la sentía paradójicamente más lejos que nunca…
(1.3)
El agua caía lentamente de la llave de la cocina en el vaso, mientras, yo pensaba en qué tanto podía merecer ese desprecio tuyo, es más esa agua era para ti, era para que tomaras tu tercer cocktail de pastillas del día, en ese momento, era yo tu más fiel esclavo, era mejor que un perro guardián, más dócil que un lazarillo; era yo quien debía estar indignado, sin embargo el vaso con agua estaba en mi mano.
Después de reflexiones en la cocina y una serie de miradas despectivas de tu parte, era justo decirte lo que pensaba, me senté en la silla de madera que estaba al lado de la cama, te tomé la mano y comencé con mi monólogo, que hasta ese día se había quedado inconcluso, había sufrido un lapso de descanso, comencé a hablar sin temor a respuesta, ¿qué era lo peor que podía pasar?, que me vieras feo, pero eso lo hacías sin necesidad de reclamos, aunque debo decir que tu mirada me sorprendió, no pensé que pudiera aumentar la expresión de enojo, nunca he vuelto a ver esa mirada en otra persona, Guardaba una ansiedad por gritar, golpear, vengarse, tomar mi cuello y apretarlo sin cesar hasta que el frío llenara mi cuerpo, hasta que el último suspiro llegara.
Acabados los reclamos solté tu mano, me levanté salí de la habitación; aquel humo del cigarro que fumaba en la sala, volaba y flotaba y con él mi mente se desvanecía en sus ideas…
(2.3)
Cuartos con las puertas cerradas, pasillos sillones, televisores, estereos, radios, libros, una mesa de centro, una cantinita agotada, dos baños una cocina y la melancolía como única compañía en este universo reducido a 280 metros cuadrados, cada centímetro lleno de nostalgia, tristeza, enojo, autocompasión, amargura, desencanto y rigurosa autocrítica, es una verdadera cloaca de sentimientos, ese sofá a cuadros en la sala que no me suelta en toda la tarde y la cama, que no la he vuelto a usar, es demasiado grande para mí, la soledad me acompaña y me recuerda que cada centímetro vacío en la cama pertenece a quien se fue y no volverá.
No encuentro actividad que me pueda liberar de esta prisión, no sé si sea porque no existe o por mi falta de búsqueda, no tengo ánimos para buscar solución a un problema que se está volviendo parte de mí, quizás no me quiera desprender de él porque en él están pedazos de mi vida, y quedarse sin 4 años de vida no cualquiera lo soporta…
(3.3)
A la hora que desperté tú ya no estabas, caminé por la casa pensando en el sueño y me di cuenta de un post it en el refrigerador, anunciaba que teníamos que hablar que nos veíamos en el restaurante del centro “el caníbal”, tomé un vaso con jugo de naranja y me alisté para ir al trabajo.
Durante mis actividades preparatorias, no dejaba de punzar en la cabeza la idea de que el sueño era una señal, nada me parecía más relevante que esa visión cósmica o astral que era profética, que tenía un mensaje subversivo, ¿qué podría ser?, tu ropa, los gritos ahogados, el olor percibido, ese olor a miedo, esa sensación de que la sangre abandona el cuerpo y se deposita sólo en los pies, ¿cuál era la señal?, ¿qué me quería decir?
Salí a la calle y resolví a medio camino no ir al trabajo, caminé por las calles de la ciudad, cual vagabundo, yo estaba en mi mundo esotérico de pasos, buscando respuestas a preguntas supuestas por mi malhumorado amanecer. Era yo, vagando por parques, avenidas, callejones, banquetas de todo tipo, cruzando calles, pero sin detenerme, esa angustia de una señal del subconsciente no me permitía pensar en el cansancio, caminar sólo caminar, paso derecho, paso izquierdo, paso derecho, paso izquierdo, caminar, caminar…
(1.4)
La llave entró en la chapa y al girar la perilla, tomé aire de resignación para aguantar otra sesión de suplicios en mi propia casa, al abrir la puerta y meterme a la casa, no vi al enfermero, y corrí inmediatamente al cuarto y no estaba, algo había pasado, tocaron la puerta.
La vecina me contaba a qué hora y cómo te habían llevado en ambulancia, eran impresionantes todos los detalles que sabía esa mujer. Tomé el auto, iba rumbo al Hospital, y en la avenida central y el bulevar Cortázar se me atravesó un Spirit gris, no vi cuántas personas iban en él, ni cómo eran, sólo traté de frenar, metí el pedal del freno hasta donde pude, pero fue inútil…
La dirección era correcta, un Hospital…
(2.4)
No es fácil tomar una decisión así, no es fácil pero sí necesario, y es que ya era tan fuerte ese arraigo hacia el sofá, era como si me jalara y no me dejara parar, estaba sucio y con los ojos hinchados, cuando decidí pararme, rasurarme, bañarme, cambiarme y salir a la calle a buscar un destino distinto al de llorar por horas diariamente y lamentarme otras horas más, no dormir por las noches, sino a la hora que el cuerpo no aguantara más.
Me bañé, me afeité, me perfumé y me cambié, el ánimo no era (por mucho) positivo, pero traté de sacar coraje de lo más profundo de mis lágrimas en aquel sillón, no puse música, eso era demasiado para mí, pero me veía constantemente al espejo y me decía a mí mismo: ¡cambia esto Rodrigo, no se perdió todo, a empezar de nuevo!, con esa idea en la mente tomé mi cartera, casi vacía, unas cuantas monedas, mis llaves y salí.
Acababa de cerrar la puerta, cuando un auto se detuvo frente a mi casa, bajó del coche un tipo, desenfundó una pistola, me apunto y dijo: -por Julieta y por mi hijo. Disparó…
(3.4)
A las 4:00 p.m. pensé en regresar a casa, pero no estaba seguro, no obstante seguía caminando por la avenida central en dirección a mi casa, me detuve un momento en una cafetería y compré un americano, lo bebí con calma, pero ni con la cafeína y 8 cigarros dejaba de taladrar mi cabeza, la idea de un mensaje oculto en ese sueño fatal. Me dieron las seis de la tarde en la cafetería, el sol se empezaba a poner, era una puesta teñida de rojo, eso me desconcertó un poco, había una gota de sangre en mi pesadilla, no tenía dueño, pero pudo haber sido una señal; por un momento me sentí loco, paranoico o esquizofrénico, todo me parecía relativo al sueño, toda mi vida giraba en torno a eso, había que caminar más.
Volví a mi casa con la misma cara desencajada y confusa, abrí la puerta, me senté un momento en el sofá cuadrado, pensé en encender la televisión, pero preferí ir a mi cuarto, vi ropa tirada en el pasillo, era de ella que era muy desordenada, caminé y escuché ruidos en el cuarto, fui cauteloso, pensé en asustar a mi mujer, sorprenderla, después de besarla, era lo único seguro que tenía en ese momento, me ayudaría a olvidar ese mal sueño, abrí la puerta del cuarto y ella estaba montada en alguien más…
Fui una bestia, hasta que él desapareció y tú volaste…
(0.0)
Era un instante que se congelaba en el tiempo, tú y la sábana en el aire, ni un solo grito, un silencio aplastante, una suspensión aérea, el pelo extendido, la cara pálida, los brazos y las piernas abiertos, la mirada serena y fija, que refleja libertad, el abismo te abraza y no te puedo tocar más, te envuelven las tinieblas vuelas hacia la oscuridad…
Se suspendió el tiempo, se eternizó el vuelo…

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