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Inicio / Cuenteros Locales / cisco_marcos / 03_El Círculo De Heaven (un motivo por el que viajar)

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3. UN MOTIVO POR EL QUE VIAJAR

Miranda, se apresuró a volver a por su hija Shalía, pero cuando llegó y comenzó a llamarla, ella no apareció. Con los ojos llorosos comenzó a gritar su nombre. La buscó por toda la aldea, por todas las cercanías, hasta que decidió adentrarse en el bosque en busca de María. Tenía la sospecha de que el mal trato que le había dado le hubiera hecho secuestrar a su hija en venganza. Pasaron varios días en el bosque y Miranda no encontraba ni a su hija ni a María, las noches se hacían frías y tenebrosas en ese oscuro lugar y Miranda no podía dormir. Se pasaba las noches pensando en la forma de encontrar a su hija y pasando un terrible miedo ya que estaba en un bosque desconocido y sin armas para defenderse.
Por suerte durante las tres primeras noches no ocurrió nada, pero al oscurecer del cuarto día, Miranda, que estaba acurrucada en el suelo intentando dormir, notó una extraña presencia. Se giró y vio un enorme hocico acechándole y rápidamente pudo comprobar que se trataba de un “Swarz” una enorme bestia con cuerpo de ogro y cabeza de lobo, y ella comenzó a gritar. De pronto, antes de que el Swarz pudiera hacer nada, apareció María sigilosamente como una araña, descendió de un árbol, la cogió y echó a correr con ella. No tardaron en llegar a un claro. María, muy segura de lo que hacía, alzó su colgante y cerró sus ojos deseando hacer desaparecer a aquella bestia, pero su colgante ya no reaccionaba, el ojo de Minina ya no le serviría de protección.

- No hagas movimientos bruscos, estas bestias no ven, sólo detectan los movimientos rápidos- le dijo lentamente a Miranda. Así, ambas se giraron lentamente y comenzaron a caminar hasta que súbitamente dejaron de oír el fuerte respirar de la bestia. Se giraron y el Swarz había desaparecido por completo, sólo contemplaron en la copa de un árbol la silueta de un joven que, saltando de árbol en árbol, desapareció de sus vistas.
Miranda cayó rendida del sueño casi al instante. A la mañana siguiente, María se levantó y le echó un poco de agua a la cara de Miranda para despertarla.
- ¿Qué haces tu aquí? ¿No me dijiste que me largara? ¿Por qué me sigues? – dijo María
- ¿Donde está mi hija? – preguntó Miranda.
- Vuelve a tu pueblo, ¿No me dijiste que me fuera?
- Sí, pero sólo tú, no mi hija
- ¿Ves a tu hija en algún sitio? Aquí no está - dijo María, y hubo un silencio
- Ayúdame - dijo Miranda finalmente, María simplemente no respondió y siguió recogiendo sus cosas para proseguir con el viaje, Miranda continuó con las súplicas:
- Me imaginaba que después del trato que te di en mi pueblo no me ibas a querer ayudar, así que he decidido acompañarte al templo - De pronto, María se sobresaltó y preguntó exaltada
- ¿Qué?
- Que pienso ir yo también al templo. Una vez allí seré yo quien libere a las diosas y así encontraré a mi hija. – Respondió Miranda.
- Recoge tus cosas, aún queda mucho camino. Y por cierto: no verás a las diosas - dijo María que desde el principio sentía lástima de su situación, no dijo nada más, y Miranda no contestó.
Llegaron a una enorme cascada y, aprovechándola, Miranda propuso darse un baño en ella. Fue entonces cuando se fijó en el pecho de María
- María, ¿dónde esta tu amuleto?- le preguntó
- ¿El ojo de Minina? Parece ser que ya no funciona, lo tiré al rió esta mañana nada más despertar. – Así fue, que María fue la primera en desnudarse para meterse al agua, y cuando Miranda entró junto a ella notó algo raro en su mirada, le miraba fijamente, tenía un extraño brillo en los ojos.
- Deja de intimidarme - dijo María - ¿no tienes bastante con hacerme salvar a tu pueblo a cambio de un mísero caballo, para que ahora tenga que aguantarte todo el día y además quieras quitarme el poder que yo busco? – Miranda se quedó cohibida, sin saber que decir - Sí, no te quedes mirándome de ese modo, sabes que es verdad. ¿Tu pueblo vale lo que un caballo? ¿Es que acaso crees que soy imbécil? Pero no habiéndote bastado con aquello quieres ver si puedes sacarme más partido, ¿no es así? Aquel poder que está predestinado para mí, la princesa de este mundo… No… no lo conseguirás, ¡es mi misión, no la tuya! ¡no dejaré que te entrometas! estúpida Nandita... – dijo atacando a Miranda. Ambas forcejearon un rato, hasta que Miranda colocó a María justo debajo de la cascada que, por su gran altura de caída, la dejó inconsciente. Ella la cargó a sus espaldas y salió con ella del lago. Al llegar al lugar donde se hallaban sus ropas, ya no estaban.
Miranda abrió los ojos, se encontraba desnuda, en una habitación extraña para su parecer, atada de pies y manos a una cama y amordazada. En ese momento entró un joven y ella comenzó a intentar desatarse y gritar, el chico se acercó a ella.
- ¡Shh! No hagas ruido, yo te sacaré de aquí – le dijo mientras la desamordazaba. A continuación le quitó el trapo de la boca que le impedía hablar.
-¿Y mi…amiga? – preguntó finalmente ella
- Salgamos de aquí y te lo explicaré todo - Le desató pies y manos, y al levantarse de la cama el joven le dio unas ropas muy raras e incómodas, que si no fuera por necesidad jamás habría usado.
Salieron tranquilamente, él la dirigía a ella de la mano, era obvio que él tenía un plan. Atravesaron un pasillo con luces de multitud de colores, algunos de ellos nunca vistos por Miranda. Serenamente llegaron a una puerta exterior custodiada por dos hombres corpulentos. El corazón de Miranda se estremeció de miedo al ver a aquellos hombres que, obviamente, no eran de su tribu. Simplemente salieron sin más. El chico, tuvo una breve conversación con ellos y estaba muy seguro de si mismo.
- Hola buenos días - Le dijo a aquellos hombres.
-¿Dónde la llevas? - le preguntó uno de ellos.
- A mi casa, ahora me pertenece, se la he comprado al rey.
- Necesitamos ver el permiso
- Aquí está – dijo extendiendo un extraño documento - Por cierto, ¿sabes dónde esta la otra? - le preguntó el joven al guardia.
- Creo que, como era muy hostil y nadie la quería, la llevaron al Club de Moerlin- dijo un guardia - Si tanto te interesa la pareja, creo que Moerlin te la dejaría por muy buen precio - dijo el guardia riendo.
- Gracias, lo tendré en cuenta- dijo yéndose. Miranda y el joven salieron a un pueblo enorme y muy modernizado.
- ¿De qué hablabais?- preguntó Miranda, y el joven comenzó a hablar con ella de camino a donde él le condujera
- Me llamo Dean, y vivo en una casa a las afueras del pueblo. El rey de mi pueblo cree que todo le pertenece y manda a grupos de soldados a patrullar por todas las áreas de la región. Los soldados suelen salir hasta tarde y por eso a media jornada se adentraron al bosque hacia una laguna con una hermosa cascada, y allí os vieron, bañándoos. Primero os robaron vuestras ropas, y después vieron como atacabas a tu amiga, esperaron a que salieras y te lanzaron una enorme piedra a la cabeza, te dejaron inconsciente y te trajeron al pueblo. A partir de entonces eras propiedad del rey, que decidió poner vuestros cuerpos a la venta. En ese momento me enteré de todo y vine aquí a por ti.
- ¿Has pagado sólo por salvarme?
– Sé quién eres, reina, y eso merece cualquier precio – contestó sonriendo.
- ¿Dónde vamos ahora?- preguntó Miranda
- Al Club de Moerlin, a salvar a tu amiga- respondió Dean.
- Ese club no será... - y antes de que ella acabara él respondió
- Sí, es un burdel.
- Creo que será difícil, mi amiga estaba algo rara y no creo que quiera venir conmigo...- y se dispuso a contarle todo lo que pasó aquel día





















Texto agregado el 12-01-2008, y leído por 92 visitantes. (0 votos)


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