.



La Poesía



De lo que va primero en boca
de lo profundo y verdadero de las cosas,
así nacieron
los frutos de tu corazón,
que eran todos los ríos abiertos de la vida
inundando los cuerpos derramados
en su deseo eterno.

Abandonada, al fin del fuerte soplo
del suave viento, al sur de quietos pájaros,
de inesperadas luces sin cerebro
ocupando el lugar de la belleza,
con sus senos enormes y sus dientes
de amatista robada a los océanos
de los trópicos primerizos,
donde se han dormido todos los veranos.

Entregada, las palmas vueltas hacia arriba,
capitulando de grandezas,
sumisa ante la red de lluvias y de frondas,
más allá de los cuerpos derramados
en su insaciable sed;
vuelves en la contemplación
callada de la sangre,
mientras vislumbro tu rostro de estío
detrás de las ventanas de la lluvia.





.