Ana...Sólo un nombre. Pero qué hermosos recuerdos me trae. Le decían "Galleguita". Sus padres eran de La Coruña.
Rubia, de ojos color mar. Verdes clarito como el mar. Bajita, con un cuerpo precioso. Vestida de blanco en su fiesta de quince era una muñeca. Yo la había conocido un año antes y a los tres meses nos hicimos "dragones"de aquel tiempo (hoy diríamos "amigovios"). En su fiesta me presentó como su novio. Yo tenía diecisiete años. Por aquel entonces trabajaba, estudiaba y hacía deportes. Teníamos poco tiempo para vernos, sólo los acostumbrados tres días de visita en el zaguán de su casa.
Teníamos todas las ilusiones del mundo, y más...A veces salíamos con una barra de amigos a pasear e íbamos a bailar. Todos nos envidiaban por lo enamorados que estábamos.
Un día, con la barra fuimos a jugar al fútbol aceptando el desafío de otra barra. Jugamos en su cancha, ellos tenían mucha hinchada: era su barrio. Dentro de la misma había una morocha muy linda que me miraba mucho. Terminado el partido me invitó a ir a un baile que yo no conocía y le dije que tal vez iría.
Pasó un mes de este suceso. Un día, al volver de clases,Ana estaba esperándome en mi casa. Ella y mi madre tenían los ojos rojos e hinchados de tanto llorar: los padres se la llevaban a España. Viajaban para hacerse cargo de una tierra que tenían allá. Era el fin de todo para los dos. Y fue el fin...
Nos escribimos durante seis u ocho meses y después, nada...Al no recibir mas cartas tampoco las escribí. Un día, para no sentirme tan solo, decidí ir al baile que me recomendó la morocha linda de aquel partido de fútbol. Al llegar la encontré. Bailaba muy bien y bailamos toda la noche. A los tres meses nos hicimos novios y luego de dos años nos casamos. Oh, casualidad: ese mismo día, en España, se casaba Ana. Se enteró mi madre en la peluquería del barrio que era de la tía de ella.
Ya han pasado cuarenta años. Hoy me enteré por un primo de Ana, que aún vive en el barrio, que ha venido a pasear. Y me dijo en qué lugar de la playa estaría.
Pasé por su lado, me miró sin verme: no me reconoció. Yo sí. Sentí que la llamaban por su nombre y vi sus ojos. Eran verde clarito como el mar...