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Inicio / Cuenteros Locales / UxC / A la Hora de mi muerte: Un amigo

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A quien lo lea:

Se acerca la hora de mi condena y ya van 5 semanas que no me visita nadie, ni siquiera de mi familia. A lo mejor no quieren verme morir en la horca. Me siento solo y sólo espero que llegue la hora de mi muerte.
Te cuento que hoy me levanté más temprano de lo habitual, deben ser los nervios que se apoderan de mí al saber que no me queda otra cosa que esperar al verdugo.
Ayer, en mi último día para recibir visitas, no quería ir a la sala, ya que como te conté anteriormente, van cinco semanas y nadie viene. El guardia me obligó a ir, te he dicho en bastantes ocasiones: “detesto su actitud”. Tú sabes bien como soy, y por qué estoy aquí, pero él se olvida de eso, sin saber que al primer pestañeo le quitaría su revolver y lo mataría.
Pero ayer fue distinto. Estuve en la sala alrededor de 10 minutos y nadie aparecía. Me levanté para volver a mi celda, cuando alguien dijo mi nombre y se acercó a mi lugar. No se por qué te cuento esto, pero creo que mis últimas palabras deben ser dedicadas a esa persona.
Es joven, quizás 20 o 25 años, pero no más. Tiene el pelo castaño y usa barba. Lo primero que se me vino a la cabeza, es que era familiar de alguien a quien asesiné o algo por el estilo. Viste ropa de joven, no parece tener ningún estilo de esos que se ven hoy en la calle. Bueno…tú sabes, de esos estilos que veo en revistas o en la televisión a la hora del almuerzo, ya que hace bastante tiempo que no estoy en la calle.
Es más bajo que yo, creo que mide alrededor del metro setenta y cinco, lo sé porque mis víctimas medían eso. Su caminar es tranquilo. Pensé que sería una especie de sacerdote, o alguien de religión que vendría a confesarme o a decirme que me arrepienta antes del día de mi muerte.
Se sentó en frente mío. ¿Sabes hace cuanto tiempo nadie se sentaba en frente mío para charlar? Creo que perdí la cuenta. Me comentó que siempre hacía eso de visitar presos, cuando estaban a punto de morir. Estarás pensando que es un morboso, y la verdad es que yo pensé lo mismo. Me paré para irme cuando me pidió que me quedara y que conocía que hace mucho tiempo ya nadie me visitaba. ¿Qué crees? Entre estar solo en esa celda y conversar con alguien por última vez, decidí quedarme.
Me saludó de mano, y sabiendo quien soy no tuvo miedo de nada. Por momentos pensé en utilizarlo para escapar de aquí. ¿Qué habrías hecho tú? Estoy a punto de morir, esta era mi oportunidad de salir con un rehén.
Me habló como si me conociera de toda la vida. Se ve que es un tipo tranquilo y seguro de lo que hace. Me contó varias historias y me habló de un sin fin de “tipos conocidos” a los que por primera vez en mi vida escuchaba.
Más de su vida no supe, la hora de visitas es bien corta pero por alguna razón OBVIA, me permitieron estar más rato con aquel tipo. Me hizo varias preguntas, pero le pedí que no me preguntara nada y que me contara sobre él.
Me dijo que al saber que me matarían en pocas horas, había decidido venir a verme. Había seguido el caso por la prensa y sabía por contactos que hace mucho tiempo nadie me visitaba. La verdad es que él…

MALDICIÓN llegó mi hora.

Si lees este escrito por favor averigua quién es él… su nombre y los detalles que no alcancé a contarte. Ese es mi último deseo. Averigua por favor su nombre y dile que gracias… ¡YA VOY!….están aquí, por favor hazme ese favor, encuentra al tipo y dile que él fue mi primer y único amigo.

Texto agregado el 11-01-2008, y leído por 462 visitantes. (1 voto)


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