En el último estertor inició su viaje a lo infinito misterioso y perpetuo. Como flores mustias permaneció su cuerpo quieto inmutable ante el alba fugitiva sosegado al polvo reseco. Como arena que el viento se lleva se desintegran los útimos pétalos en la oquedad del cuerpo desnudo cuando el alma navega ya lejos.
Texto agregado el 11-01-2008, y leído por 262 visitantes. (3 votos)