-¿Tengo monos en la cara, o qué?-disparó ella frunciendo los labios; fingía enojo
-¿Monos en la cara? No, por favor...y ¿de dónde esa pregunta?- El asombro de él parecía auténtico.
-Porque cada vez que te miro te estás riendo...
-Será porque me agrada, me cautiva, me encanta, me arrebata tu presencia...Supongo que debe ser por eso...- y volvió a sonreírse, con inevitable reflejo.
-Sí, claro- y ella afirmaba con la cabeza: - ¿Sabes? A veces encuentro un poco tonta esa actitud tuya...
- ¿Tonta? ¿Acaso te has visto tu cara cuando me estás mirando?
- No, ¿cómo voy a hacerlo, si por acá no hay espejos?- Ella sonreía sin darse cuenta.
- Si te vieras ahora no me andarías criticando...¡Monos en la cara!...

Alguien se acercó a la jaula con algunas frutas para convidar a la pareja de chimpancés, que abandonó el gutural cuchicheo, para tomar con avidez el ofrecimiento. Subieron luego al estribo o soporte superior de la jaula, y comenzaron a comer. Mientras, se contemplaban el uno al otro haciéndose morisquetas y emitiendo guturales grititos.