| "!Que sea la sabiduría para siempre, por falta de amor, tan extraña a tu vida como las estrellas frías lo son a la no desposada oscuridad de la virgen Noche!"
 Rabindranath Tagore
 
 
 Te pido, Oh, Dios, si es cierto
 que existes y haces milagros todavía,
 que si aún usas las palabras para crear,
 si aún de tus manos sale la ira hecha relámpago
 y te vuelves todavía Zeus que lleva la égida,
 Amón que lleva el bastón,
 si eres tres veces grande Hermes
 que levanta toda el agua del Nilo
 en la palma de su mano,
 si todavía te sientas hecho Krishna en la flor
 de loto y no te hundes,
 te ruego
 que por favor me oigas y hagas el milagro que te pido.
 
 Que puedan tus palabras hacer entender a los poetas
 para que no hagan más poesías sin sentido
 con falta de papel y tinta en el planeta.
 Que por favor entiendan que el mundo se nos acaba,
 que son limitados los recursos,
 que todo desaparece, y falta mucha poesía por hacer,
 que nos dejen papel para las demás generaciones.
 
 Que no escriban poemas absurdos y vacíos,
 que no escriban versos sin anverso,
 que no escriban rima sin risa,
 que no escriban áforas metáforas.
 
 Destierra, oh Dios, de la poesía
 a los poetas que aman sólo las palabras,
 destiérralos como desterraste de los templos
 a los mercaderes de verbo y oro,
 a los que solo aman
 los primeros asientos en concursos,
 !escribas y fariseos hipócritas!
 amadores del elogio periodístico
 como razón fundamental
 para mover su casita mental mísera y pobre.
 
 Destierra, oh, Señor de los ejércitos de verbos,
 de las cuadrillas de sustantivos,
 de los complementos que habitan las neuronas
 y dan vida y la dan en abundancia,
 destierra a los gentiles de la palabra hueca,
 a los falsos profetas que fingen emociones,
 a los que, mezquinos de sentimientos,
 caen sin volver a levantarse en mitad del camino
 hacia el fondo de las almas,
 porque no tienen mente para gozar,
 ni ojos para oír,
 ni oídos para para ver,
 ni ovarios ni vergas qué sentir,
 porque no gustan ni huelen ni hieden,
 porque su pensamiento quedó enano,
 trunco, tuñeco, cojo, tuerto, ñato, gacho, manco,
 demasiado pequeña es el álgana que tienen
 y al ser flaco su burro no pueden
 con la carga pesada de conceptos
 que hacen temblar los templos del espiritu.
 
 Ven, Señor, que de hinojos te lo pide este tu siervo,
 lanza tu luz y ciega para siempre
 los que rasgan el velo de mezquitas,
 casamatas y minaretes e iglesias
 sin responder la oración de los lectores
 que imploran la caída del divino
 maná que guarda el cielo
 de las lenguas del mundo.
 
 Porque nacieron secos,
 porque les fue vedada la humana esencia
 para llorar en verbos
 lo que se llora en lágrimas.
 
 No los dejes llegar hastu a tu Edén, oh, Altísimo Señor,
 dáles un éxodo sin llegada ni regreso
 a los que aman el el pintalabios
 más que el labio que produce
 las palabras el beso.
 
 No escribo contra ti, palabra si estás viva,
 palabra yo te adoro si te habita la idea,
 idea yo te adoro si te mojas con el llanto y la risa,
 si eres adorable palabra sudorosa que tiembla,
 cuánto te amo espejo de mi vida,
 palabra que me abrasa y me abraza,
 mulata, rubia, índígena, blanca, caucásica palabra
 que bailas ballet en mi boca,
 y un celestial enjambre haces en mis oídos,
 !ay, celestial palabra verdadera
 cómo es que esos eunucos no te aman si estás llena
 y te buscan cuando eres charamico sin tu savia!
 
 Y vuelvo a ti, mi Señor, mi Alá, mi Amón,
 por Visnú, por el Dharma, por Cristo, por Mahoma,
 por Krishna, por Lao Tse, por Confusio,
 me siento en flor de loto y te lo ruego:
 Destiérralos de tu tierra prometida,
 te lo pido, Jehová, por Palestina, por Israél,
 por Medina, por la Meca, Teherán, Vrindavan,
 por el por la divinidad serena del Yamuna,
 y el susurro de piano del Yangtze,
 te ruego por el verde del Monte Carmelo
 y las tersas aguajs de los cedros del Líbano,
 las translúcidas aguas del Jordán,
 ¡no lo hagas, no, escucha mi ruego,
 no abras nunca las aguas del Mar Rojo,
 y déjas hundirse con su ejércitos de inútiles adverbios!
 sus haces de adjetivos como lanzas despuntadas
 de nonatos sustantivos sin sustancia.
 
 ¡Hiérelos, Señor, con el flamígero venablo,
 vuélvete mil Gómez con un millón de cargas al machete,
 de tu sujeto altivo que vuelves predicado que quema,
 tu cumplemento que va directo al hígado
 de sus conjugaciones amargas de placer,
 tu indirecto que hiere al sinsentido,
 o ese circunstancial que circunda y ahoga
 a sus preposiciones que no proponen nada,
 con la espada de tu arcángel amado
 que corta por los aires hasta al aire,
 que les duela hasta que huyan de las letras.
 
 Hiérelos con la luz del brillo de tu verbo
 que es espada con doble filo armada,
 hiriente al machete del verbo y sustantivo
 que prestaste a Moisés para escribir el Géneis,
 y a Juan para armar su Apocalipsis.
 Hiérelos mortalmente porque ignoran
 la humedad de las letras que diste a Salomón
 para ahogarse en la carne del cantar de cantar.
 
 Toma el cuchillo corto de tu del dolor de los pobres,
 ven éntralo al costado de sus fatuas abstracciones,
 múevelo en redondo y empújalo con fuerza,
 hasta zaherirlos y escuchar su grito vano
 porque su imaginaciónno alcanza
 ni siquiera para hacer lo que hace el recto,
 y arrastran su loda letra como pobres serpientes,
 como ciegas brujas olvidadas de cómo se adivina,
 pretenden conseguirlo secuestrando
 y llevar en su escoba deshilada
 a los niños y niñas, los lectores que dan ser a tu Lengua,
 y esconderlos en los oscuros antros del intelecto engaño
 de obtuso aquellarre de su fiesta sin música ni acento.
 
 ¡Hazlo pronto, Señor, para poder creer
 que de verdad tú Eres el que Eres!
 
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