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Foto-novelas y Corín Tellado.

Pensaba que la forma de vivir es una opción personal y compruebo que son las circunstancias las que deciden. Por lo que veo, aquí no hay otra forma de vivir que adaptarse a la naturaleza; en todo el día no vi más que moscas y algún que otro bicho volador diferente, por tamaño o sistema de vuelo y todos los sonidos, relacionados o procedentes del mundo animal: gallos, perros, pájaros, grillos y un denso murmullo de imposible descripción, que orquesta el bosque. Temperatura y ambiente perfumado de chicha-calma de agosto, salpicado de arboleda, matorrales y manchas de prados verdes, recién segados y encerrados entre pequeños muros de piedra con puertas artesanales de la madera del bosque y algunas notas de contraste, por aisladas y pequeñas construcciones con los mismos materiales y que supongo que utilizarán, como cabañas para defensa y cuidado de las crías recién nacidas. Sueño de naturistas, bohemios y pintores en el agobio y ajetreo de su propio trabajo y desde la distancia de la ciudad.

Estoy instalado junto a la carretera y en todo el día, no oí ni un solo motor. Tampoco voces de alguien cantando, conversando o discutiendo. Nada. Soledad y aislamiento, que no silencio. No hubo más señales de humo que las de esta mañana. Disfruté la experiencia lavando a mano en el patio y desaparecieron todas las manchas, a pesar de usar como jabón, la pastilla de manos del lavabo. Será el agua, que hasta las camisetas parecen más blancas y están más amorosas que otras veces, a pesar de no utilizar ningún suavizante. Tendí estiradito, pero sin los efectos del sol, creo que no hubiera quedado tan estirado, que parece recién planchado.

Sigo sin agua caliente y aunque tampoco funcionan los grifos de la bañera, lleno las 4 jarras en el grifo de la cocina y me arreglo sin problemas para las curas de asiento y aseo general del cuerpo. La palangana es un invento práctico y muy útil si hay avería de la instalación. No sé si será la calidad del agua o lo fría que sale, que apenas noto el escozor del primer día. Me siento casi curado y la prueba, que llevo sentado todo el día y no me duele nada. Bueno, también estuve muy entretenido, husmeando y buscando lecturas y algún tesoro.

Mañana encenderé la cocina, para que se sepa que aquí hay gente, aunque no se si eso importará a alguien y saldré a dar un garbeo por entre las casas. Necesito fruta y pan y supongo que habrá alguna forma de conseguirlo. Sin un coche, estoy totalmente aislado. Y solo, aunque no sienta soledad y hasta diría, que estoy a gusto, a pesar de no tener Internet ni cobertura telefónica.

Me siento como en una burbuja viajera, una especie de personaje de leyenda localizando datos o paisajes para recrear en tertulias y mentideros, como algunos héroes de la memoria colectiva. Pero aquí y ahora y sin los adornos de la imaginación, lo único que hay es: soledad y aislamiento.

Vivir en este paraíso creo que es difícil y muy duro. Todavía no pude hablar con nadie, pero intuyo personajes toscos y desconfiados y posiblemente, algún soñador con ideales lejanos y muy diferentes a esta atmósfera tan sana y natural. Me sigue sorprendiendo el ambiente de encanto, que se respira en esta casa; de entre las distintas revistas y publicaciones que localicé en el saloncito de la televisión, la mayor parte, viejas y manoseadas foto-novelas de Corín Tellado, en plena vigencia.

Su tacto, aspecto y olor, transmiten un mimado y continuado uso, sin restos de polvo, suciedad o abandono, que tanto detestan los libros y que manifiestan por su triste y degradante aspecto y el manto áspero y polvoriento con que cubren su silencio. Y entremezcladas en una armónica y feliz convivencia, algunos ejemplares de las Revistas Lecturas y Pronto, algunas tan recientes, como de la semana pasada. Podría haber fantasmas, pero que yo sepa, no hay constancia de que compren y lean revistas. También tropecé con viejas novelas del oeste, arrinconadas y con señales de papeles y recortes asomando entre sus páginas, a modo de banderas blancas pidiendo tregua y cese de combates en un mundo rudo, hermoso y cruel, cuyos pobladores y sus desvencijadas y polvorientas caravanas, me parece que se asemejan bastante con este extraordinario lugar.

Ni veo ni tropiezo a nadie, pero respiro un aroma especial, natural, salvaje y tan envolvente, que solo puede pertenecer a una ser humano; no es olor corporal, ni de laboratorio; es una atmósfera, como vibraciones en una sensación dulce, caprichosa y tan atrayente, que hace que me sienta completo y feliz, a pesar de estar tan alejado de mi mundo y de parecer tan indefenso y solitario en este lugar; en cualquier momento, la persona de la que emana ese olor, aparecerá por esa puerta y debo estar preparado para justificar mi presencia en esta casa.

Texto agregado el 08-01-2008, y leído por 505 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-01-2008 Este texto me gusta especialmente.Se nota ese aislamiento y la soledad.Transmite como de más adentro.Desde luego el lugar invita a ello. australi-a
 
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