Se acabaron las estrellas. Ya ni sangro, iracundilo perpetuo de los azares vacunos del destino. ¿Cuál destino? Ah, no, perdón. DESATINO… desatino de ser negro y no verme los pies cuando camino. Por ser ovejo y mas encima perdido; pero soy barsa y me como tu cagá de pasto mordiéndote los talones como un perro ladino, jadeante del desespero. Y oigo gritos…¡conchemimare no! ¡Era un pito! Pito en la oreja, pico en el ojo, desatino. Angelitos maricones, mariposones revolotientos de putifrancos aspavientos de goces divinos. ¡Ea! ¡Qué hueá! Navecilla de los cojones, ¡piérdete en el infinito! Ito, ito, ito…ita, pita, pito…pito en la oreja, pito en l`hocico…¡ja! (¿me?)vuelo tranquilo…por un ratito. DESATINO. Pico en el ojo, ¡negro perro ladino! Te fuiste de hocico y otra vez su estruendo semejante al batir de alas de miles de millones de billones de trillones de mellizos de güeones que corren por el…¿TECHO? ¡¡Chucha!! ¡Vecino! ¡Ja! ¡Güevones! Matemos al tipo…¿Ritmo interno? Casi me cago, pero me resito y alucino y denuevo agotado a borbotoninos me dilusayunino. Me cago. ¡Ahueonao mejor despierta mira que hace rato ya no escribo!