Una vuelta me regalaron una cámara fotográfica, y decidí salir a capturar el mundo en imágenes rebosantes de aroma a canela y carbón ardiente.
Tome fotos de las grandes capitales, de imponentes catedrales. Fotografié las rosas, los nenúfares, los tulipanes. Retrate a una hormiga, a la sombra de un paquidermo.
Hasta aquí todo muy bien. Mi casa llena de fotografías, y cada una celosamente clasificada y etiquetada. De a poco, me decía, de a poco. Estaba construyendo el mundo en mi casa. No una parte de el: Cada centímetro del mundo era reproducido en una fotografía. El problema vino con las personas. Cuando al fin tuve el mundo, necesitaba quien lo habite. Y comencé a fotografiar a la gente….a todos y cada uno de los transeúntes de mi ciudad, de todas las ciudades. Y déjeme decirle que podría haber concluido mi heroica tarea de no ser por un detalle insignificante: a cada persona que retrataba, desaparecía un poco…yo. Sip, así es. Desaparecía una célula de mi cuerpo. Claro que no lo advertí hasta el millón y pico, cuando mágicamente, me quede sin dedo meñique en el pie derecho, pero así sucedió.
De todos modos, alegre interlocutor no valla usted a asombrarse de este peculiar comportamiento de mi materia orgánica. No, no, si es de lo mas natural. Basta querer aprehender a las personas para desaparecer uno. De a poco, paulatinamente, ese conocimiento de todas las cosas entre la tierra y el cielo, de esas almas danzantes, de esos seres infinitamente capaces de las actitudes espontáneas más sublimes y más aberrantes, se lo come a uno. Si, así como lo oye, se lo comen señor. Porque no crea que yo fui desapareciendo, o mejor dicho mis células como pompas de jabón tornasoladas que se extinguen por si mismas, por su naturaleza efímera. Ah, no! Mi cuerpo fue desapareciendo, para dar espacio a otra cosa. Porque ya se sabe que dos materias con extensión no pueden coexistir en el mismo espacio, salvo excepciones, y que las hay. En fin, mi cuerpo desapareció, para dejar lugar al conocimiento del otro, cada uno que conocía, una célula menos. Cada captura, una perdida. Cada imagen del otro, un borrón en la propia imagen.
Si, claro que quebarbaridadtanespantosa, pero que le vamos a hacer. Como?... Si termine de fotografiar a las personas?....No. No me alcanzaron las células. Seguí empeñada en mi tarea hasta que me fue imposible seguir. Como que por que? Desapareció mi dedo índice…
MarMaga (alias: Marianela Daraio)
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