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Una noche como cualquier otra…

Jueves, de noche, después de clases, exposiciones y algunos exámenes orales, era la segunda vez que Emilio y Daniel iban juntos en el autobús de la universidad.
Una semana antes en las escalinatas de la facultad, Daniel le preguntó a Emilio si era gay o no.
– ¿Qué ocurriría si lo fuera? –Dijo Emilio – ¿Qué harías?
– Nada –dijo Daniel –. Sólo es por curiosidad.
–Ah, bueno –dijo Emilio, articulando una sonrisa –, entonces te responderé de la manera que estoy aprendiendo. Escribiendo.
Esa noche, mientras esperaban la llegada del autobús, el frío se hacía sentir más fuerte que de costumbre y anunciaba la llegada del invierno. Emilio esa noche descubrió y entendió que subir al autobús de la universidad era todo un ritual. Se lo comentó a Daniel. Se rieron. Después de quince minutos, de haber estado parados, esperando al autobús, este llegó. Era el segundo de aquella noche. Emilio se calentaba las manos con en aliento de vez en vez, mientras avanzaban y subían los que estuvieron haciendo fila, y esperando el autobús, junto con él.
– Leí lo que me mandaste –dijo Daniel, mientras se sentaban.
Después que Daniel le había preguntado a Emilio la semana pasada si era gay o no, Emilio le envió un mail, a su correo electrónico, con un cuento donde mal agazapado estaba la respuesta a su pregunta.
– ¿Ah, si? –Dijo Emilio, haciendo un gesto de asombro –. Estoy siendo invadido por un sentimiento de culpabilidad, por habértelo contado.
Daniel se rió.
– ¿Porqué? –preguntó.
– No lo sé –respondió, Emilio –, pero es lo que siento.
– ¿Cómo que un sentimiento de culpabilidad? –dijo Daniel y volvió a reír.
– Es verdad, no sé porque, pero es así como me siento – respondió Emilio –. Culpable.

Quizá, talvez, porque estaba siendo sincero y transparente como nunca antes lo había sido.
Quizá, talvez, porque alguien más estaba enterándose del su pasado que solo él conocía, y eso le daba miedo.
Quizá, talvez, porque nunca llegará a entender porque decidió contarlo todo.

«Cuál sería de ahora en adelante la actitud de él hacia mi, será el mismo de antes, ahora que lo sabe» Pensaba Emilio, sin saber la razón de tanta confusión.
Daniel miró a Emilio y le sonrió. Daniel miro a Emilio y Emilio le sonrió. Emilio mirándolo recordó los ojos color verde que Daniel tenia aquella mañana en que le hizo la pregunta, mientras le contaba que alguien le había hecho la misma pregunta días antes. Un amigo del sur.
Sentados en el autobús de la universidad, aquella noche, Emilio sintió deseos de contarle a Daniel una pequeña historia, una de aquella vez en que conoció y estuvo con alguien hace mucho tiempo atrás. Una historia que quedó en el pasado, en sus recuerdos, recuerdos de juventud, recuerdos de colegio.
Emilio se había sentado junto a la ventana –como siempre lo hizo y lo hará– viendo pasar las casas desde la ventana, se preguntaba si estaría haciendo lo correcto al contarle, si seria el momento de hacerlo.
Volviendo la mirada hacia Daniel, sin dudarlo más, comenzó.

Daniel escuchaba atento a todo lo que Emilio le iba contando, pero por momentos no podía dejar de percatarse que obnubilado la mirada de Daniel se perdía hacia delante, como pensativo. A pesar de ello, Emilio le seguía contando parte de la historia de su vida.
Cuando Emilio notó que Daniel presiono sus labios haciendo que formaran una sola línea, decidió cambiar la historia, decidió darle un final distinto al que tenia… decidió no seguir con ello… decidió no volver a sentir lo que una vez ya había sentido… no, no quería volver a sentirse basura… no quería volver a perder, quería sentirse ganador por una vez en la vida… no quería.
Al llegar el autobús a uno de sus paradero. Se detuvo. Algunos alumnos se levantaron de sus asientos y entre ellos Emilio para luego bajar.
– Esta historia continuará –dijo Emilio –, continuará la próxima vez que vengamos juntos.
Se despidió de Daniel y bajó. Después el autobús continuó su recorrido.
Emilio, al bajar se quedó, largo rato, parado viendo alejarse el autobús y en él a Daniel. Desde el lugar de donde estaba, donde había bajado. Parado ahí se hizo una apuesta. Apostó: A que algún día le contaría todo a Daniel, toda la verdad, toda la historia y quizá así un día como cualquier otro, Emilio llegaría a ser un poquito más feliz.

Hemerzon Leao

Texto agregado el 06-01-2008, y leído por 146 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
07-01-2008 ..para reflexionar...Muy bueno. blueyes
 
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