FOTOS
Cuando ví sus fotos descubrí esos destellos de luz, esos gestos que le nacen naturales, instantes de realidad en que se ofrece por completo a la cámara. Aparece como realmente es, energía escapando de su piel. Alejandra es un abstracto. Podría ser una pintura de Jackson Pollock.
Desde cualquier posición que se la contempla puede apreciarse. No tiene derecha o izquierda, ni parte superior o inferior, para valorar su colorido y armoniosa elaboración, debe mirarse de lejos. Por sus grandes dimensiones juzgarla de cerca es impropio. En la medida que se toma distancia comienza a entregar toda su belleza, todo su colorido, toda su carga interior.
En una de las fotos hallé nuevamente esa mirada profunda e insolente que me invita a descubrirla. Un mechón rebelde de sus cabellos descansa sobre su frente. Viste una remera amarilla-beige y unos vaqueros gastados, al tono. El sol ilumina directamente desde arriba, es un casi mediodía, suave, seguramente verano. En la parte superior, muy por detrás, se ve una masa de nubes blancas que coronan un collar de colinas verdes compactas. Una continua fila de ómnibus blancos asemejan a una ronda de escolares protegiendo un laberinto de jardines sagomados en estrellas.El brazo izquierdo descansa a lo largo del cuerpo, blando, y la mano se apoya ligeramente sobre el muslo. El brazo derecho en cambio está apoyado a una baranda, la misma sobre la cual reposa su cuerpo. Una cadena de oro, sujeta a ella un relicario con forma de corazón - no sabría decir que atesora dentro de él - descansa sobre sus senos, también descansan los anteojos de lectura que ha olvidado quitarse para la foto. Sonríe ingenuamente, sus dientes brillan, sus ojos están en sombra.
Podría también ser una pintura de la serie “constelaciones” de Joan Miró, donde sobre un fondo cuidadosamente pensado, elaborado y preparado, escapan coloridas figuras irreales, coordinadas mágicamente, unidas entre sí por sutiles hilos, asemejan collares amorfos que danzando pretenden escapar de la tela. Alejandra es hermosa. Recorro su imagen como si fuese un puente entre su verdadero ser y yo, un vínculo que va más allá de nuestra relación virtual y platónica, que es sólo una serie de emociones huérfanas de realidades y poblada de incertidumbres. Nos enamoramos de nuestras palabras, de nuestras voces y de nuestras fotos.
Desde hace unos días que no me puedo comunicar con ella, no responde al teléfono, no la encuentro en línea, no contesta mis mail. Me comunique con Maria Rosa, su íntima amiga. Alejandra está internada en una clínica psiquiátrica en observación. Habló acerca de su estado con el médico que la asiste. Confirmó que se debía a fatiga nerviosa por exceso de trabajo. Sus temores, sus miedos e inseguridades comenzaron a manifestarse cuando, según ella, unos grandes y penetrantes ojos negros no dejaban de mirarla en forma persistente durante su jornada de trabajo. Con palabras coherentes también explicó al médico que presentía que aún fuera de su trabajo la seguían…esos ojos negros la seguían.
Preocupada por la existencia de algún motivo que Ella no hubiese querido confesar, Maria Rosa se dirigió al estudio de Alejandra, el cual desde hacia un tiempo no frecuentaba. Revisó minuciosamente su oficina, no encontró nada extraño, nada que no conociera, nada que le llamara la atención, excepto mi retrato en un marco de plata sobre el ordenado escritorio.
Alejandro Casals
12-11-2006
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