Quisiera decirte que no es mi intención dar abrazos vanos, con alguna frase cliché lanzada casi como un desvarío. No sabes cuanto me gustaría que mis deseos se transformaran, por obra y gracia de un bienvenido sortilegio, en hechos concretos, me gustaría saber que la pena que ensombrece tu rostro, se disipará de inmediato para dar paso a una sonrisa esperanzadora, que aquel o aquella que te amarga, se transforme en alguien sensible y acune, desde este mismo momento, tu vida. Quisiera que tu corazón nunca más esté huérfano de amor, que tu vida sea un camino expedito y si aparecen sombras, que la sabiduría te permita sortearlas sin problemas.
Siente mis manos sobre tu espalda. Ellas desean transfundirte todos mis buenos deseos, que aquello que te agobia, desaparezca al instante, que tu vida deje de ser un calvario, que los que amas, enmienden sus pasos, que los enfermos sanen milagrosamente y que las asperezas se suavicen y te sean propicias.
No podemos cambiar al mundo, acaso todo siga igual o incluso peor, pero, un buen deseo puede transformarse en la panacea para un cambio beneficioso. Y mientras la champaña se desborda en nuestras copas y las luminarias encienden el cielo nocturno, yo te abrazo y me quedo un instante junto a ti, cautelando que todos mis buenos deseos ahora viajen por tu cuerpo, por tus venas, en camino hacia tu espíritu. Entonces, sólo entonces, seguiré con mi vida, ahora más plena, después de haber intercambiado abrazos y sonrisas, anhelos y esperanzas. Así sea...
|