Ayer vino el cartero a mi casa,
trajo cuentas que pagar y una carta tuya que leer.
Las cuentas abrí primero, ya que tus cartas nunca me han interesado,
pero debí haber abierto primero tu carta, porque así las cuentas me hubiesen subido el ánimo.
La carta era más bien una cuenta y las cuentas eran más bien unas cartas.
Cartas escritas por gerentes, más tu cuenta estaba escrita por tu corazón.
Corazón maldito por la sangre que bebió de otros corazones que también leyeron cartas tuyas,
más el mío... el mío ya fue bebido por otra carta
Ayer vino el cartero a mi casa y no encontró a nadie,
tiró la correspondencia por debajo de la puerta e hizo una marca azul en ella para recordar que le debía dinero por haber traído las cuentas y la carta.
Me arrepentí de haber ido a escuchar la misa en sol mayor de Schubert y no haber estado en la casa cuando fue el cartero, ya que si hubiese estado le habría pagado por las cuentas, más hubiese devolvido todas tus cartas al correo... a fin de cuentas hay que ahorrar.
Ayer vino el cartero a mi casa y encontró tus cartas acumuladas en la ventana, ya que nunca las abría.
Ahora no entiendo por qué justamente ayer se me ocurrió abrir tu última carta, quizá la confundí con una cuenta.
Lo importante es que finalmenta abrí y leí una carta tuya; me entristesí al saber de tus dolores, me preocupé al saber que te habían despedido del trabajo y lloré cuando me contaste que ya no dormías sola; más no lloré mucho, porque pensé que en ese preciso momento estabas durmiendo... me enfurecí.
Ayer vino el cartero a mi casa y alcanzó a ver cuando la niña chica con la que me acuesto se iba cansada de tanto golpear la puerta y que no le abriera,
le había dicho que no estaría, pero de todas formas fue a ver si me alcanzaba antes de irme, porque le gusta acostarse conmigo a esa hora en que suelo estar nervioso por la llegada del cartero... pero más le gusta hacer el amor mientras leo las cuentas y las cartas después de haberle recibido la correspondencia al cartero; pero justo ayer leí tu carta estando solo y me dí cuenta de que aún te amo.
Escribo esta carta en este lugar porque como vives en un edificio el cartero nunca toca tu puerta, sino que deja las cartas tiradas en la entrada de autos y me dá miedo de que alguien más lea esto creyendo que era carta para ella (o el), además así te ahorro cincuenta pesos...
Ayer recibí tu carta, mejor no haberla recibido nunca, porque por culpa de ella hoy escribo esta carta sin sentido.
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