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El pequeño brillo opalescente de una brasa iluminaba su rostro a medias. Se levanto del sofa y camino hacia la cama. Se sento en la orilla, sobre las sabanas humedas y revueltas. Giro su cabeza hasta que su mirada encontro la de ella.
—¿En que piensas? —pregunto ella, contrayendo su cuerpo desnudo sobre la almohada.
—En nada en realidad —contesto. —¿Que quieres hacer ahora? —pregunto a su vez.
—Quedarme aqui todo el día, alla afuera no hay nada para nosotros, por lo menos no por ahora.

Se recosto junto a ella, aplasto el cigarrillo sobre el buro y la beso.

Despues de aquel dia nada seria igual. Una larga historia se arrastraba tras ellos para venir a morir en este momento; el momento en que lograron invocar sus respectivas maldiciones.

El perfume de los tulipanes subia desde el pequeño jardin al pie de la ventana, entrelazandose con los rayos de una gigantesca luna. El buscaba las palabras correctas que no violaran grotescamente la perfeccion del momento. No las encontro.


—No hay nada para nosotros mejor que esto. —repitio ella sin notar el sacrilegio que había cometido. —Mañana, y los mañanas que le seguiran tal vez, pero ahora, en este momento, podria morir feliz.


—¿Porque dices eso? —pregunto sobresaltado.
—No lo se, es solo una expresión. —dijo ella estirando los brazos.

Se levanto y camino hacia la ventana. Miro hacia el exterior enfocando los ojos hasta que las escasas estrellas que se veian en el cielo se volvieron borrosas y aun mas titilantes.—Tienes razon. —dijo ausentemente.
—¿A que te refieres? —pregunto ella.
—A que en verdad es un momento perfecto para morir. Hoy es el dia por el que casi caimos tantas veces. Hoy por fin logramos burlar todo lo que algun dia pregonaba nuestra ruina , y supongo que es justo que el fin tenga su parte.
—No te entiendo. —dijo extrañada.
—Es sencillo; si esto fuera una historia de doncellas y batallas, aqui iria el punto final, precedido de un "Y vivieron felices para siempre", pero no es asi. No es correcto, se supone que uno no debe alcanzar este momento; uno debe entregar su vida al camino, no al destino. Uno solo deberia poder vislumbrar la cima a ratos, pero jamas, nunca alcanzarla, porque del otro lado no hay mas que una cuesta abajo. Y ahi solo existen dos caminos; descender lenta y deprimentemente o arrojarse con un alarido.
—No es verdad. —dijo ella. —Tenemos muchos díias como este por delante, todos los que queramos.
—Tal vez asi nos parezca al principio, pero no sera así. Seguiremos buscando igualar este momento, pero es imposible ¿Como alcanzar lo que ya se ha dejado atras? —dijo cansinamente. Su mirada se habia perdido dentro de si mismo, contemplando absorto sus demonios internos. —Despues de ahora viviremos persiguiendo replicas terrenas de esta sensación y solo encontraremos substitutos que se iran degradando cada vez mas hasta que un dia nos demos cuenta de que vivimos en una imitacion de lo que en realidad buscabamos. Ni tu ni yo lo diremos, pero lo sabremos y lo que es peor; empezaremos a conformarnos con ello, tratando de convencernos de que así deben ser las cosas, de que a eso estabamos destinados.
—¿Que no eres feliz? —pregunto ella con un rastro de dolo y alarma. —¿Que no es esto lo que esperabas?
—Claro que lo es. —respondio absorto aun. —De hecho es mas de lo que crei que seria, tanto que ni siquiera estoy seguro de lo que digo. Pero algo me dice que asi sera. He pasado tanto tiempo imaginando este momento que ya he perdido toda conexión con la realidad. Solo intento decir que sera difícil aceptar que alcanzamos el horizonte de eventos de nuestra vida y que lo que sigue sera algo totalmente diferente.
—No te entiendo, en verdad. —dijo ella. —Yo no puedo pedir mas. Por fin estamos aqui, los dos, juntos, y tu hablas sobre cosas que no tienen que ver con nuestra realidad.
—A eso me refiero —dijo de nuevo el, volteando a mirarla. —Perdoname por parecer extraño y decir tonterias. —agrego cambiando su semblante. —No me hagas caso, es solo que es un poco abrumador verte aqui, conmigo, por fin.
—Vamos. —dijo ella. —Ven aqui y dejame golpear esa dura cabeza tuya. —dijo mientras levantaba las sabanas alegremente.
—Esta bien, esta bien. Pero esta cabeza es muy dura, no quiero te lastimes. —respondio el dirigiendose hacia la cama.

Hicieron el amor suavemente, sin la violencia que les exigian las primeras veces.
Después de aquello, mientras ella dormia sumergida en una densa paz divina, el miraba de nuevo por la ventana. Parecia mirar hacia el exterior, pero un examen mas detallado revelaba que en realidad veia mas alla. Y decidia...

Encendio otro cigarrillo y aspiro lentamente. Miro hacia el lecho en donde ella soñaba con la promesa de un final feliz. Sonrio y se acerco de nuevo lentamente y sin apenas tocarla, la beso en la mejilla. Luego se dirigio al baño. La luz de la luna ahora entraba violentamente por una alta ventana iluminando su rostro. Un frio cortante se adueñaba de la pequeña habitacion. Dio un par de bocanadas mientras se miraba en el espejo del lavamanos. Miro de nuevo hacia la habitacion. Ella seguia durmiendo, ajena a todo. Una sonrisa lleno de nuevo su rostro, una sonrisa que resumia la plenitud de lo que estaba sintiendo.

Abrio un cajon del lavamanos y busco entre las toallas. Encontro lo que buscaba. Se miro de nuevo en el espejo con el cigarrillo en la boca. Se acerco y exhalo cerca de el. Una mancha ovalada ocupo el lugar donde estaba su rostro. Se alejo y miro la deformada imagen que le devolvia el cristal. Con un dedo dibujo una línea curva sobre ella. Ahora la mancha le sonreía tambien.
Con el cigarrillo colgandole de una sonrisa, puso el arma debajo de su barbilla, dio una ultima bocanada y jalo el gatillo.
La noche exploto en mil pedazos.

Texto agregado el 03-01-2008, y leído por 114 visitantes. (0 votos)


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