Me llamo Justo Martel, tengo 47 años y me considero un hombre normal. Ahora estoy sentado en un banco de esos duros y fríos del centro comercial. Concretamente me senté en el que hay frente a los ascensores.
De niño siempre fui de lo más normal, ni el último ni el primero de la clase. Nunca peleaba, nunca discutía. Sólo recuerdo haber llorado en una ocasión: unas amigas no me dejaron jugar a la comba cuando tenía siete años. Aún recuerdo las lágrimas limpiando mi cara y cayendo sobre un caminito de hormigas a mis pies. Me limité a llorar y seguir mirando ese caminito de hormigas, casi deseando ser una de ellas.
Mi adolescencia fue de lo más normal. sin pasarme, sin noches en vela, sin que el vendaval de los amores locos arrasara mi corazón. Estudié y pronto empecé a trabajar en una oficina de correos, donde aún sigo después de 27 años. Con 23 años conocí a Luisa y con ella me casé tres años más tarde. Tuvimos dos hijos; dos hijos normales que han crecido sanos y sin problemas.
Sigo sentado en el frío banco del centro comercial. Es raro, suele ser un sitio lleno de gente, pero ahora miro a mi alrededor y veo los pasillos desiertos, los maniquíes como seres de mirada perdida…y silencio.
Hace tres años que Luisa y yo dormimos separados, creemos que es lo mejor para los dos. He conocido el Amor. Fue con veintinueve años, en este mismo centro comercial, en el ascensor que tengo frente a mi. Era una chica de apariencia tímida. No nos conocíamos de nada. Simplemente nos miramos, nos sonreímos mutuamente. Apenas fue un minuto flotando en su mirada. No la volví a ver.
Esta mañana no fui a trabajar, no me sentía con ánimo, y me he venido al centro comercial. Me traje mi escopeta de caza. He disparado en varias ocasiones, y me he sentido mejor..¿cinco, siete, quince…? No sé, sólo sé que cayeron como muñecos de trapo y algunos yacen cerca de mi. Parecen maniquíes, con esa mirada perdida. El resto de gente ha huído.
Oigo unas sirenas a lo lejos.
Miro al suelo. Qué curioso: hay un caminito de hormigas a mis pies Las miro, las observo, cada una con su misión. Me acuesto en el banco metálico, está frío.
Cierro los ojos. Me duermo.
Salva pendon fernandez
Una fría tarde del invierno de 2008
megasalva@hotmail.com
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