En un día de aquellos de calamidades y desastres me encontraba yo pensando en alegrías. En una nube de concreto pensaba en cómo era posible en un mundo como estos existir falsedades tan reales.

De que sirve valerse de bellas pinturas y bonitos paisajes que están profanados y constituidos por inútiles partes, que están creados por razones insípidas y hechos por seres incomprendidos con misiones establecidas pero acciones irrealizables.

De que sirve disfrutar de los sabores sintéticos y creer conocer las más básicas necesidades del ser humano si no nos adentramos a lo verdaderamente importante y cambiable.

De que me sirve ser razonable y tener una mente inteligente si cada segundo que pasa siento que está jugando conmigo, como diferenciar lo real si es mi mente la que interpreta todo lo que veo y siento. Y como será posible poder controlarla si yo soy, en mí, solo mi mente.